[Reseña] Después de la finitud de Quentin Meillassoux
Después de la finitud (Après la finitude, 2006) de Quentin Meillassoux es un texto clave dentro del movimiento filosófico conocido como realismo especulativo.
Meillassoux critica el principio de razón suficiente y defiende la contingencia radical: las leyes físicas podrían cambiar sin causa.
Meillassoux quiere impugnar lo que él llama la Catástrofe kantiana que anudaba de manera inextricable sujeto-mundo de una manera tal que desde entonces se la hace a los filósofos (idealistas aparte) pensar una realidad cognoscible (el adjetivo es importante) fuera del concurso intervencionista de un agente cognoscente.
El llamado Círculo Correlacional. La "Catástrofe kantiana" es, para Meillassoux, el momento en que la filosofía perdió la capacidad de hablar del mundo en sí y se encerró en el correlacionismo. Su proyecto busca revertir esto mediante un realismo radical basado en la contingencia y la matemática
Para exponer la absurdidez de este enclaustramiento expone el argumento del ancestro (argument de l’ancêtre) (por cierto, Meillassoux tiene una facilidad melódica, cantabile, para bautizar de manera suntuosa y pregnante, a modo de balizas, los cruces-mitosis de filosofías pero corre con ello el albur de hacer generalizaciones precipitadas y anteojeras como una melodía pegadiza resonante que ocluye un renuevo de la escucha activa) donde plantea el problema de cómo entender eventos anteriores a toda vida humana (como el origen del universo), que el correlacionismo interpreta solo como fenómenos para nosotros.
Meillassoux insiste en que la ciencia exige un realismo radical: esos eventos ocurrieron en sí mismos.
A continuación va a distinguir dos correlacionismo, el débil (Kant), y el fuerte (ejemplarmente: Wittgenstein y Heidegger):
De una manera brillante, a mi parecer, conecta estos enclaustramientos con el fideísmo y la imposibilidad manifiesta por parte de la filosofía actual de separar el grano de la paja a fuer de inaccederse de manera voluntario a un absoluto, por ende una metafísica.
Hasta aquí, poco más, me parece brillante y razona bien, qué duda cabe, pero inevitablemente ---y no puedo sino generalizar --para entenderse en titular qué pasa aquí-- caer en una falacia ad psicologicam-- tanto busca el francés acabar con toda ceniza de divinidad y absoluto que al tiempo y sin tiento termina en una sucesión de absurdos que hasta él mismo se trata de justificar: tan atentado quedará el sentido común y tan fantasía lovecraftiana (de ahí, y sólo por ahí, que lo hayan acogido en el realismo especulativo) se introduce.
Porque lo que propone es que lo único absolutamente necesario es que todo es contingente (incluso las leyes naturales). Y esta "hipercontingencia", vale decir, abre la puerta a un nuevo absoluto no metafísico: la posibilidad de que todo cambie sin razón.
En primer lugar, concede (¿pero por qué?) que Kant acierta al negar de raíz toda metafísica dogmática que a base de palabras y argumentos dé por inevitable la existencia de un ente, vale decir, acepta de Kant que el argumento ontológico es inviable, aunque por otra, a base de pura silogística, demuestra que la apertura correlacionista es asimétrica. En sus propias palabras:
<<La falla íntima del círculo correlacional por medio de la cual podemos abrir su defensa: es que dicho argumento de la desabsolutización, que en apariencia es imparable, no funciona sino absolutizando implícitamente una de sus dos decisiones.
En efecto, sea que elijo, contra el idealismo, desabsolutizar el correlato: pero es al precio de la absolutización de la facticidad.
Sea que elijo, contra la opción especulativa, desabsolutizar la facticidad.
La someto entonces al primado del correlato (todo pensamiento debe ser correlativo a un acto de pensamiento) afirmando que esta facticidad no es verdadera sino para mí, y no necesariamente en-sí. Pero es al precio de la absolutización idealista de la correlación: porque mi po-der-no-ser se convierte en impensable desde el momento en que se supone que este no es más que el correlato de un acto de pensamiento.
El correlacionismo no puede entonces desabsolutizar a la vez sus dos principios, puesto que tiene necesidad, en cada oportunidad, de absolutizar uno para desabsolutizar el otro.
Entonces disponemos de dos vías para escapar al influjo del círculo: la absolutización del correlato, o la absolutización de la facticidad.>>
Y para evitar el "dogmatismo" que Kant había rechazado, escoge sólo la vía de la facticidad: lo único necesario es que no hay necesidad. Todo es contingente, incluso la lógica que afirma su contingencia.
Pero justamente con ello logra dejar sin respuesta el problema (el de la Ancestralidad) que acusaba a Kant de no haber resuelto (justamente cuando él sí lo hace).
Por partes:
Archifósil: Objeto científico (fósil, radiación cósmica, etc.) que testifica una realidad anterior a toda observación humana.
Ancestralidad: Lo que existió antes de toda conciencia, desafiando la lógica correlacionista que reduce el ser a lo dado-para-nosotros.
Distingamos entre, en vez de correlacionismo "débil": Kant y correlacionismo "fuerte": Heidegger, Wittgenstein, s.XX., con sus adjetivos inaceptablemente connotados, hablemos más bien, por el contrario, de correlacionismo antrópico (a la manera del principio antrópico) que principia Kant y el correlacionismo inmanentista que podemos verse iniciar en Nietzsche.
Ciertamente, los correlacionistas inmanentistas NO explican ni el archifósil ni la ancestralidad pero, redoble de tambores, tampoco Meillassoux y sí Kant y los correlacionistas antrópicos.
Mira.
Efectivamente, Meillassoux acusa a Kant de un crimen que solo su propia filosofía comete: el de hacer imposible el acceso a un pasado objetivo.Efectivamente, Meillassoux acusa a Kant de un crimen que solo su propia filosofía comete: el de hacer imposible el acceso a un pasado objetivo.Si todo es contingente (incluidas las leyes de la naturaleza, la causalidad y el pasado mismo), entonces ños archifósiles pueden "dejar de ser lo que son" en cualquier momento (hoy son huesos de dinosaurio, mañana podrían ser restos de ángeles). No hay garantía de que el pasado que investigamos sea estable: la cadena causal que nos permite datar fósiles podría "romperse" o reescribirse. Peor aún: Si el tiempo mismo es contingente, ¿cómo podemos hablar de "pasado" o "ancestralidad"?
El francés al invocar el problema de la ancestralidad contra Kant justamente incoa un problema que su filosofía NO puede resolver y Kant sí.
Kant afirma que nuestro percibir de la Radiación de fondo de microondas (archifósil del Big Bang) es un continuo fenoménico que se nos aparece ya tal por la emulsión (que no incoación ingénita) de nuestras categorías del entendimiento y el noumeno en sí de eso que bautizamos Big Bang.
Su correlacionismo antrópico (al valerse de categorías de entendimiento trascendentales) salva el paso del Tiempo.
Meillassoux, por el contrario, al hacer contingente todo acontecimiento NO puede negar que hoy estemos rescatando huesos de dinosaurios en mundo darwninista o mañana o ahora dentro de un rato estemos en un escenario creacionista.
Su ontología de la contingencia radical socava la posibilidad de cualquier conocimiento estable, incluido el suyo. Kant, en cambio, al limitar el conocimiento al ámbito fenoménico, salva la objetividad (intersubjetiva) de la ciencia y la historia. Meillassoux incoa un problema que su filosofía no puede resolver sin autocontradicción, mientras que Kant ofrece un marco que, aunque limitado, es coherente consigo mismo.
Meillassoux aplica las condiciones (que para Wittgenstein imposibilitaban la existencia de) del lenguaje privado a toda realidad cognoscible y aunque su apelación a Cantor para salvar "el todo vale" de Hume es discutible (de hecho serviría para decirle a Wittgenstein: sí que podemos tener lenguaje privado) , desde luego no lo es que no tiene modo de hacer necesaria la existencia de archifósiles .
Es como un Feyerabend que se dijera que es racionalista y ni siquiera puede darme razones seguras (el holandés se enorgullecia de no poder hacerlo: ni él ni nadie, afirmaba) de por qué si me tiro por un balcón me estamparé contra el suelo.
Efectivamente: Si no hay regularidad necesaria en el mundo, entonces no hay reglas estables que permitan fijar significados (incluso los de la ciencia o la matemática que él usa).Paradoja: Meillassoux necesita un "lenguaje público" (objetivo) para afirmar su tesis, pero su ontología lo convierte en un "lenguaje privado" (pues no hay garantía de que los demás compartan tu realidad, que podría cambiar caprichosamente).
Meillassoux apela al teorema de Cantor (sobre los infinitos) para argumentar que el "todo es contingente" no es contradictorio, ya que no hay un "todo totalizable", vale decir, NO podemos asegurar que podemos pensar toda la Totalidad posible de Universos posibles y por lo tanto, nuestro argumento del dado es inválido.
¿Cuál es según el argumento del dado que (según él) utiliza Kant (y Hume)? Que la caSu-alidad del universo se nos aparece caU-sal por un efecto de creerlo un dado trucado. Si un dado nos repitiera la "cara"-que-sea de manera monótona reincidente, entonces juzgaríamos dicho dado como "trucado" y pasaríamos de una explicación caSual del acontecimiento dado a una especulación de que lo dado es dado de forma caUsal. Con el universo-dado nos indica el francés, Hume y Kant asumieron un "trucado" legiforme en un nuestro devenir fenoménico porque la reiteración caSual de nuestra realidad es tan estable que nos insta a pensar que sin ella no seríamos capaces de ser capaces de estabilizar una representación por lo que nuestro universo-dado está trucado, vale decir, es causal. Aquí aparecería el Principio de Razón Suficiente que a este Ateo Esencialista (por usar terminología de Gustavo Bueno) le repugna y quiere demostrar que el universo puede ser establemente caUsal y necesariamente contigente (es decir, sin Absolutos, a como sea, pero que sobre todo: NO exista Dios).
Para ello se vale de Cantor quien demuestra que si tengo un Conjunto "A" con tres elementos (pongamos el "1", el "2" y el "3) bien puedo tener un subconjunto (SUBa) que sólo disponga de esos elementos de "A" pero en toda combinatoria posible (por ejemplo podría tener re-agrupados "1" y "2" sólo, o bien "1" y "3", etcétera) y así suceder que hay hasta 8 subconjuntos posibles de este sólo primer conjunto. En palabras suyas: <<El teorema de Cantor extrae su fuerza de haber generalizado ese "desborde" de un número de elementos por parte del número de sus reagrupamientos en un conjunto cualquiera, así sea infinito, de ahí la detención imposible de la proliferación de las cantidades, puesto que todo conjunto que se supone existente supone que existe también su rebasamiente cuantitativo a través del conjunto de sus partes.>>.
Pasando por alto que (como le señala Giovanni Reale a Aristóteles en su crítica infundada a Platón) de que está haciendo uso de cardinales y por tanto números (¡hasta 8!) que están fuera del conjunto "A", tiene que admitir así y todo que la existencia de tales conjuntos de Cantor es posible y no necesaria (sino quiere caer en Absolutos ya que luego viene los Diez Mandamientos y etcétera) pero lo único que está diciendo es que lo posible es tan extenso (más lejos de aún de lo finito pensable por nosotros) que lo caUsal bien puede ser una caSualidad caSualmente parecida a nuestra caUsalidad sin perjuicio interventivo de lo caUsal, lo cual es, cuando menos rebuscado pero, añadido, es que además esto no resuelve el problema de la estabilidad local: aunque el universo sea contingentemente infinito, ¿por qué ahora los fósiles obedecen leyes físicas y no, digamos, mandamientos divinos? Meillassoux no tiene respuesta más que "así pasó" pero es que además esto no resuelve el problema, si hay múltiples infinitos (transfinitos), volvemos al lenguaje privado pero nivel colectivo y universal: ¿cómo sé que el rojo no nos cambió de ayer a hoy y hasta solo mañana?
Realmente su apelación a Cantor significa que el mundo en cualquier caso esta regido por una estructura matemática que en ningún caso puede ser sí misma de manera contingente y si solo hay matemáticas, el devenir en otra cosa de esa estructura matemática tendrá que estar identificado por el acontencer-se de otra estructura matemática que la incluya: y aquí hay O una necesidad O una necesaria regresión al infinito pero Absolutos.
Es el problema del "meta-contingencia": Si todo puede cambiar, ¿puede cambiar también el hecho de que "todo puede cambiar"? Si sí, entonces a veces no todo sería contingente; si no, entonces hay algo necesario.
¿Cómo evita esto el francés? Apela a que lo contradictorio no puede ser lo que hay porque si lo "contradictorio" fuera real NO podría devenirse, viene a decir: si algo deviene, deviene en su alteridad pero si algo es ya esa misma alteridad, su devenir NO puede devenirse ergo lo "contradictorio" niega todo devenir pero habíamos afirmado que "todo es devenir" por lo tanto, concluye, como "todo es devenir" NO es verdad que sea real lo "contradictorio".
Aquí, objetaría, que Meillassoux está usando argumentos por reducción al absurdo para demostrar la verdad de una argumento de la reducción al absurdo: es absurdo demostrar que lo absurdo no puede existir apelando a una argumento por reducción al absurdo.
Para que su argumento contra el existir de lo "contradictorio" hubiera tenido una validez y no haber sido un argumento autorreferencial, tendría que haber construido una argumentación constructiva como las que exigía L. E. J. Brouwer y los construccionistas en general.
No lo hace, por cierto.
Tampoco explica --porque eso sería darle dignidad a la Catástrofe kantiana-- qué tanto se pueden usar conceptos fuera de cualquier mediación sensible para hacer argumentaciones ontológicas: Kant lamentaría que alguien coja alegremente términos como "No-ser" o "devenir" o "existir" y los use de manera in-definida.
Pongamos, ¿qué es no-Ser? En un libro Harmann, se inventa un monstruo "X" ominoso y transdimensional (¿ya he dicho que estos lovecraftianos gustan de Meillassoux por lo que le gustan? Si es que su principio de Contingencia es puro Azathoth) que lo acosa en su imaginación (¡como el Zahir de Borges! ¿Ya he dicho que estas filosofía parecen sacadas de la imaginación gamberra del argentino?).
¿Es real "X"?¿Es un "no-Ser"? ¿Qué tanto es real "2=3"?
Hay matemáticos --el caso de L. E. J. Brouwer-- que dicen que SOLO es real aquello que se puede construir paso a paso. Queda excluido el tercio excluso, por ejemplo, vale decir: una herramienta indispensable en el regimen argumentativo de Meillassoux.
¿Ha definido el francés hasta la completitud esos términos para dotarles de una frontera que regularice y constriña su política de uso?
En absoluto.
Esa parte de la crítica kantiana (para mí la más decisiva y la que justifica su preeminencia ineludible actual) no la resuelve, ataca, promete pelea, ni siquiera confiesa haberla leído.
Aceptemos por reducción al absurdo que el absurdo no existe porque <<Todo es devenir>>. De acuerdo. <<<Todo es devenir>>.
¿Cómo justifica Meillassoux entonces el Custodio de lo Real a través del Tiempo? Si la Ancestralidad se nos desvela de forma causal (no hay otra escalera de re-volvernos hasta el pasado) y sin embargo las cosas no serán necesariamente de un determinado modo, entonces, tarde o temprano, lo real se ir-real-izar-á y devendrá en otra (necesariamente) contingente realidad que nos discontinue la causalidad, vale decir, el rastreo y encuentro retrospectivo: Meillassoux mismo destroza toda posibilidad de salir al encuentro seguro de un archifosil justamente lo que sí podía Kant (y no los filósofos de Nietzsche en adelante (mejor decir: caída libre)).
Repitamos. Si el pasado ancestral depende de una cadena causal estable (p.ej., los fósiles son restos de dinosaurios que existieron hace millones de años), pero la causalidad es contingente, ¿qué impide que el pasado "cambie" y los fósiles dejen de ser lo que son?
Meillassoux necesita afirmar dos cosas incompatibles:
- Que lo ancestral es objetivo (para criticar el correlacionismo).
- Que lo ancestral es contingente (para sostener su ontología).
Pero si el pasado (por pura contingencia) puede "irrealizarse", entonces nunca tuvimos acceso a él en primer (o segundo, tercer, enésimo) lugar.
Su sistema es performativamente contradictorio: Como el escéptico radical, su discurso niega las condiciones que lo hacen posible pues éstas tarde o temprano necesariamente se relevarán contingentes: ¿la escalera de Wittgenstein? Yo más bien diría la de Escher.
Comentarios