lunes, 28 de mayo de 2012

Otro panfletillo liberal

Pero a mi ver, un liberal no se tendría que caracterizar por defender la Libertad sin más (ese es un deje platónico que verdaderamente sí afecta a muchos liberales, general y casualmente, los más antiestatistas) sino como alguien que tiene por principal heurística la implementación de mecanismos intercoordinativos de naturaleza descentralizada, quiero decir, a la pregunta de por ejemplo cómo abastecer una zona afectada por la escasez de alimentos, la respuesta, para el liberal, es que el mejor modo será mediante el sistema semiótico de precios pero no por un prurito de libertad sino, insisto, de eficiencia computacional.
Lo cual no quita, cierto es, que la dilucidación economicista sea suficiente en lo que a temas sociales se refiere, antes bien, como holista impenitente este desaire a un zafio reduccionismo no me molesta y con mucho gusto acepto, de hecho, considerar que la sociobiología o la propia idiosincracia cultural puedan y deban tener su peso en cualquier problematica, quiero decir, y pongamos por caso el mercado laboral, del cual, ciertamente, la solución técnico/económica más eficiente que podemos implementar sería la absoluta gratuitudad del coste de despido/contratación (por mucho que mareen la perdiz, es -practicamente- lo mismo) , pues bien, dicha solución (con lo que esto implica en términos de probable implantación política) generaría una incertidumbre en cada trabajador psicológicamente del todo insostenible, consecuentemente, lo deseable es que al empresario le cueste despedir a las personas para así tener éste incentivos en no dilapidar con demasiada ligereza las largoplacistas planificaciones vitales de sus empleados. Por lo demás, este pensamiento, digamos, diversificativo que acabo de ejemplificar, no tendría que asustar a quien no tenga mente provinciana, pienso yo, todo lo contrario, cuanto menos ideologizado esté alguien, seguro que tanto más está atento a la consiliencia de las ciencias.

Por lo tanto, y definitivamente, para mi, la política, pero como la economía (aunque en bastante menor grado, es cierto) o la moral incluso, es una ciencia que se debe a la disciplina al uso de cualquier ciencia y la interdisciplina ya obligatoria de igualmente cualquier otra ciencia, o sea, la defensa del liberalismo político, en mi opinión, solo puede hacerse como sesgo conjetural, no desde luego, como algo a defender a priori siendo cuales fueren las consecuencias que ello suponiera sino que es a posteriori, cuando uno comprueba que un mayor grado de descentralización aumenta la intercoordinación deseada, cuando uno aumenta la confianza bayesiana en la heurística conjetural del liberalismo para el abordaje primerizo de cualquier problemática.

Esto es perspectivismo abajo-arriba, y de este modo, discutir si es justo o no si en un trato económico alguien está más o menos educado y si hay coacción por ello, por poner un caso típicamente discutido, me parece, humildemente, una especulación abstracta que no tiene ningún tipo de aplicabilidad concreta, quiero decir, desde lo abstracto para mi solo tienen sentido las conjeturas y las heurísticas, insisto otra vez, pero luego debe venir la industria científica en general, y el científico en particular, a certificarlas menos provisionalmente; o sea, tengo claro cuáles son los límites del filósofo (lo recién explicados, vamos) al contrario de algunos que consideran que la industria científica debe subordinarse al comentario ético del filósofo habitado en la Casa Blanca, ahora, por ahí no vamos a encontrarnos porque, entre otras cosas, gracias a Hayek ya he descubierto que el mundo se nos queda demasiado grande como para pensarlo piramidalmente.

4 comentarios:

Juan Antonio Negrete dijo...

a la pregunta de por ejemplo cómo abastecer una zona afectada por la escasez de alimentos, la respuesta, para el liberal, es que el mejor modo será mediante el sistema semiótico de precios

Cuando el Katrina en Estados Unidos, y dada la no-intervención del gobierno liberal de Bush, la gente empezó a vender el agua (por ejemplo) a mil veces su precio, con lo que la justicia y eficacia consistió en que muchos negros se morían de sed.

Héctor Meda dijo...

Claro que se morían de sed: ¡faltaba agua!

Justamente estoy leyendo ahora un libro sobre la Unión Soviética y en el instante concreto en donde se habla de la subida de precios generalizada de los productos básicos que por los 60 se hizo, pues bien, la polémica que había entonces era que 1) con los precios bajos, los productos básicos (leche, carne, etc) faltaban en las estanterías de los supermercados, ahora, 2) con los precios altos, los productos básicos no escaseaban pero su precio resultaba prohibitivo para la población mayoritaria, por lo tanto, aquí hay un dilema, aparentemente, ¿qué es mejor que 1)haya escasez de alimentos y por tanto la gente NO puede alimentarse o que 2)haya abundancia de alimentos pero a precios prohibitivos y por tanto la gente NO puede alimentarse?

Obviamente lo tercero, a saber: que haya abundancia de alimentos a precios asequibles y aquí viene el quid de la cuestión: no hay tercera posibilidad mientras no se pase por la casilla 2), después de todo, se trata de analizar el asunto teniendo en cuenta el eje temporal y no quedarse en la fotografía, en el árbol y no en el bosque

Juan Antonio Negrete dijo...

No faltaba agua, había un pésimo reparto. Hasta que la gente se decidió a saltarse la propiedad privada y robar, que es lo que tenían que hacer. Entonces el estado se decidió a intervenir, no sea que llegase la revolución comunista.

Las alternativas que presentas presuponen la ideología liberal. Pero la gente es más colaboradora que competidora, si la institución social lo propicia. Solamente cuando está enferma, piensa que hay que pasar por la fase 2.

Pero el asunto fundamental es que el liberalismo no es una teoría económica, sino una ideología, una toería de la justicia, que usa un concepto estrecho de "libertad" (como argumento en varias entradas de mi blog www.biendeverdad.blogspot.com bajo la etiqueta 'liberalismo'

Saludos

Héctor Meda dijo...

Juan Antonio, imagina por un momento que desconoces toda ley económica aunque no así la moral o la filosofía en general: ¿podrías entonces decidir si es cierto o no el liberalismo?