miércoles, 23 de febrero de 2011

Sociobiología

La representación de los papeles en los seres humanos difiere de la de otros primates, (...), de diversas formas íntimamente conectadas con el lenguaje y una elevada inteligencia. Los papeles son autoconscientes: el actor sabe que está representando por amor de los otros hasta cierto punto, y continuamente reafirma su persona y el impacto que en los demás tiene este comportamiento. Los modelos de su propia clase social y ocupación son elegidos e imitados. La representación del papel es cuidadosa. El individuo puede cambiar sus ropas y su personalidad, e incluso su forma de hablar fuera del trabajo, pero mientras está en él su representación debe ser convincente o los demás sospecharán que no es sincero o competente. Los papeles humanos son muy numerosos. En las sociedades humanas cada individuo está familiarizado con las normas de comportamiento para ganar puntos, o cientos de ocupaciones y posiciones sociales. La división del trabajo está basada en estas distinciones memorizadas, de forma análoga a la determinación fisiológica de castas en los insectos sociales. Pero mientras que la organización social en las colonias de insectos depende de un comportamiento altruista y programado gracias a una mezcla de castas ergonómicamente óptima, la prosperidad de las sociedades humanas está basada en abandonos entre los individuos que representan papeles. Cuando demasiados seres humanos intervienen en una ocupación, aumentan sus tasas costo-beneficio, y algunos individuos se pasan a campos menos poblados por motivos egoístas. Cuando demasiados miembros de una colonia de insectos pertenecen a una casta, surgen diversas formas de inhibición fisiológica, como por ejemplo, una mayor o menor producción de feromonas, lo que hace desviar a otros individuos hacia castas distintas.

Los vertebrados no humanos carecen de los mecanismos básicos para conseguir una avanzada división del trabajo por los medios de los insectos o de los seres humanos. Las sociedades humanas son únicas en sentido cualitativo. Han igualado, y a veces superado en mucho a las sociedades de insectos, en cuanto a división del trabajo. Podemos especular que si la evolución de primates superiores no humanos continuara actualmente más allá del chimpancé, alcanzaría un sistema de papeles similar al modelo humano. Con un aumento de la inteligencia, vendría la capacidad de hablar, la conciencia de la persona, las largas memorias de relaciones personales, y el reconocimiento explícito del "altruísmo recíproco" a través de abandonos iguales y a la largo plazo. ¿Emergieron estas cualidades como consecuencia de una inteligencia superior durante la evolución humana? ¿O fue al revés, que la inteligencia fue construida por pieza como un rasgo capacitador para crear a las cualidades?

Página 326 del libro Sociobiología, de Edward Osborne Wilson

(...) existen dos argumentos distintos en contra de la posibilidad del cálculo económico en las economías socialistas [comunistas]. (...) ambos argumentos, el computacional y el epistemológico, no son sino las dos inseparables caras de una misma moneda, pues, por un lado no es posible efectuar cómputo económico alguno, ni los correspondientes juicios estimativos, si no puede disponerse de la información necesaria para llevarlos a cabo en forma de precios de mercado y, por otro lado, tal información se crea y destruye constantemente como consecuencia del libre ejercicio de la función empresarial que de manera continua constata las relaciones de intercambio o precios de mercado que se han dado en el pasado, y trata de estimar o descubrir cuáles serán los precios de mercado que existirán el día de mañana, actuando en consecuencia y dando lugar con tal actuación a la efectiva formación de los precios futuros.


Un caso puntero es la elegante serie de experimentos realizados por Bert Hölldobler (1967-1971) con el comportamiento del estafilínido Atemeles pubicollis, un inquilino de las colonias de hormigas en Europa. Los Atemeles que emigran de una a otra colonia de huésped se guian por el olor de las hormigas.

(...)

La admisión por parte de la colonia huésped se consigue mediante intrincadas maniobras, en las que dos, y a veces tres glándulas exocrinas, entran en juego. Después de alcanzar la entrada del nido, el coleóptero vagabundea alrededor de la misma hasta encontrar a una [hormiga] obrera. Entonces, se voltea para presentar su "glándula de apaciguamiento", localizada en el punto de su abdomen. La secreción de la misma es, al menos parcialmente, proteica, no conteniendo cantidades apreciables de hidratos de carbono. La hormiga se alimenta con el material pareciendo tranquilizarse en el proceso. Entonces se dirige hacia las "glándulas de adopción", que también lame. Después de esta segunda colación, la hormiga transporta al coleóptero hacia el interior del nido. Si el ardid falla y Atemeles es atacado, es capaz de utilizar secreciones repulsivas que nacen de glándulas defensivas, para mantener alejadas a las hormigas.

Una vez dentro del nido, el coleóptero puede inducir con facilidad a las obreras que regurgiten alimento. Hölldobler demostró que la única señal requerida es el mínimo estímulo táctil usado por las hormigas. La obrera más susceptible es aquella que ha terminado de comer, y está buscando compañeras de nido con quienes compartir el contenido de su elástico buche. Para atraer su atención, una compañera de nido (o un parásito social como Atemeles) sólo tiene que golpear suavemente su cuerpo con las antenas o las patas delanteras. Esto provoca que el dador se gire, enfrentándose al individuo que emite la señal. Si es golpeada ligera y repetidamente en el labio, regurgitará. Otras hormigas, ordinariamente usan sus tarsor anteriores, mientras que los adultos de Atemeles lo hacen con sus tarsos o con sus antenas. Las larvas de Atemeles carecen de extremidades lo bastante largas, y deben curvar las partes frontales de sus cuerpos hacia arriba, empujando sus labios contra los de las hormigas huésped. Incluso estas torpes imitaciones bastan, si los dadores son rellenados cpn el líquido del buche.

Un sistema más sotisficado para los simbiontes, es el de engañar a las obreras huésped tratándolas como formas particulares inmaduras tratándolas como formas particulares inmaduras durante su desarrollo como crias. Las larvas en forma de gusano de Atemeles cumplen esto con distinción. Son recogidas por las obreras de Formica y colocadas entre las larvas huésped, a las que devoran vorazmente. Hölldobler descubrió una sustancia asociada por las obreras con su propia prole, puede separarse de los cuerpos de las larvas de los coleópteros. Cuando efectuó una extracción de parásitos en acetona y empapó objetos simulados con la mezcla, éstos se hicieron temporalmente atractivos para las obreras y fueron tratados como formando parte de la prole. Las sustancias son evidentemente segregadas por pares de glándulas localizadas en la superficie superior de cada segmento del cuerpo del parásito.

En resumen, Atemeles ha penetrado en la médula de la colonia de hormigas, mediante la producción de no más de dos o tres "seudoferomonas", y de la imitación de dos elementales señales táctiles. Ha tomado la ventaja de la relativa impersonalidad de las sociedades de insectos y del estrecho Umwelt (ambiente) sensorial de sus huéspedes. Captando la apariencia espectacularmente distinta de tales parásitos, y su comportamiento distintivo, sólo podemos maravillarnos ante la simplicidad de los códigos según los que pueden organizarse estas complejas sociedades. Como Wheeler dijo, "Si nos comportáramos de forma análoga, deberíamos vivir en una auténtica sociedad de Alicia en el País de las Maravillas. Deberíamos complacernos en tener en nuestras casas puercoespines, caimanes, langostas, etc., insistiendo en que se sentaran a nuestras mesas, alimentándolos tan solícitamente a cucharadas, que nuestros hijos se verían abandonados o crecerían como seres raquíticos e indefensos". La exploración científica del laberíntico mundo de la simbiosis social no ha hecho más que empezar, y los descubrimientos que aún han de efectuarse mantendrán nuestra capacidad de asombrarnos en los tiempos venideros.

Página 393 del libro Sociobiología, de Edward Osborne Wilson

La manía de hoy es enriquecer a todas las clases, unas a costa de otras; es generalizar el despojo, so pretexto de organizarlo. Y como el despojo legal se puede ejercer de muchísimas maneras, hay también muchísimos planes de organización: aranceles, protección, primas, subvenciones, estímulos, impuesto progresivo, instrucción gratuita, derecho al trabajo, derecho al beneficio, derecho al salario, derecho a la asistencia, derecho a los instrumentos de trabajo, derecho al crédito gratuito, etc., etc.: y el conjunto de todos esos planes, en lo que le es común (que es el despojo legal), es lo que se llama socialismo.

Página 71 del libro La ley, de Frédéric Bastiat

Los vertebrados también son capaces de aprender con rapidez lo que los acomoda a los cambiantes nexos de relaciones en que viven. Cuando una colonia de hormigas afronta una emergencia, sus miembros sólo necesitan responder a las feromonas de alarma y determinar los estímulos generales que hallan. Pero un macaco rhesus debe discernir si la excitación se debe a una pelea interna, y de ser así, averiguar quién está involucrado, recordar su propia relación pasada con las participantes, y juzgar sus acciones inmediatas de acuerdo con el hecho de si se beneficiará personalmente o no ejecutando una acción por sí mismo. El vertebrado social también tiene la ventaja de ser capaz de modificar su comportamiento de acuerdo con la observación del éxito o el fracaso por parte de todo el grupo. De esta manera nacen las tradiciones que duran por generaciones dentro una misma sociedad. El juego adquirió cada vez más importancia a medida que avanzaba la evolución social de los vertebrados, facilitando la invención y la transmisión de tradiciones, y ayudando a establecer relaciones personalizadas que duran hasta la edad adulta. La socialización o proceso de adquirir estos rasgos, no es la causa del comportamiento social en el sentido último, genético. Más bien es un conjunto de mecanismos por los cuales la vida social puede personalizarse, y la eficacia biológica individual mejorarse en un contexto social.

Finalmente, las cualidades típicas de los vertebrados de una mejora en la comunicación, reconocimiento personal y aumento de la modificación del comportamiento, hacen posible aún otra propiedad de gran importancia: formación de subgrupos egoistas dentro de la sociedad. Es posible que las parejas, los grupos paterno-filiales, enjambres de hermanos y otros parientes próximos, e incluso pandillas de individuos no relacionados, existan dentro de las sociedades sin perder sus propias identidades separadas.

Cada uno persigue sus propios fines, imponiendo límites severos en la medida en que la sociedad como un todo puede operar como una unidad. La sociedad vertebrada típica, en resumen, favorece la supervivencia individual y dentro del grupo, a expensas de la integridad de la misma.

El hombre ha intensificado estos rasgos de los vertebrados, al tiempo que ha añadido cualidades únicas de sí mismo. Haciendo esto ha logrado un nivel extraordinario de cooperación con un reducido sacrificio, o ninguno, de la supervivencia individual y de la reproducción. La forma exacta en que sólo el hombre ha sido capaz de cruzar este cuarto de pináculo, invirtiendo la tendencia descendente de la evolución social en general, es el misterio culminante de toda la Biología.

Página 398 del libro Sociobiología, de Edward Osborne Wilson

Las prácticas que condujeron a la formación del orden espontáneo tienen mucho en común con las reglas que se observa en el juego. El intento de hallar el origen de la competencia en el juego nos llevaría sin duda demasiado lejos, pero podemos aprender mucho de los magistrales y reveladores análisis del historiador Johan Huizinga -(...)- (...).

Huizinga escribe que "en el mito y en los ritos tienen su origen las grandes fuerzas instintivas de la vida civilizada: ley y orden, comercio y ganancia, destreza y arte, poesía, sabiduría y ciencia. Todas ellas están enraizadas en el terreno originario del juego" (...); el juego "crea orden, es orden" (...) "Se desarrolla dentro de sus propios límites de tiempo y espacio de acuerdo con unas reglas establecidas y unas formas ordenadas" (...)

El juego es realmente claro ejemplo de un proceso en el que la obediencia a unas reglas generales por sujetos que persiguen fines distintos e incluso opuestos da origen a un orden general. Por otra parte, la (...) teoría de los juegos ha puesto de relieve que mientras en algunos de ellos gana una de las partes, equilibrándose esta ganancia con la pérdida de la parte contraria, en otros juegos se produce una ganancia con la pérdida de la parte contraria, en otros juegos se produce una ganancia total neta. El desarrollo de la amplia estructura de interacción se produjo a través de la incorporación de los individuos a un juego de esta última especie, un juego que condujo a un aumento general de la productividad.

Página 228 del libro La fatal arrogancia, de Friedrich Hayek

8 comentarios:

Sierra dijo...

Dejé de leer en este punto:

"Pero mientras que la organización social en las colonias de insectos depende de un comportamiento altruista..."

Héctor Meda dijo...

Hombre, el señor E.O Wilson es uno de los mircólogos más reputados que hay hoy día y esa obra que cito, tal vez la más crucial de la biología del s.XX: si él dice eso pues será que, contextualizada, dicha afirmación es tolerablemente exacta

Sierra dijo...

¿Tolerablemente exacta? No sé... El altruismo es una cualidad discutiblemente humana; para afirmar que insectos son altruistas habría que hacerlo de modo bien metafórico.

Hm, aunque quizá sobrereacciono. Probablemente si lo hubiese visto más abajo no importaría; es que por principio no puede perdonarse ni el más lijero desliz en el primer párrafo de un libro y, bueno, es el primer párrafo de la cita XD

Malena dijo...

Sierra, si bien la definición usual de altruismo es puramente humana, existe un concepto homónimo en biología que se refiere a la conducta que lleva a un individuo a sacrificarse por el bien de la colonia o de su descendencia. Si bien no es un concepto aceptado univeralmente (por ejemplo, Dawkins lo critica), buena parte de los libros de filo biológica o biología evolutiva que tuve en las manos (que no son tantos, no creas!) lo utilizan.

Link al respecto.


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Héctor, no es que estos diálogos no resullten interesantes, pero estoy con ganas de volver a leer algo tuyo! Para cuándo nos vas a dar el gusto a todos tus fans?

Héctor Meda dijo...

Malena,

De jugar a filosofastro tiempo ha que me cansé así que, salvo excepción, mucho me extrañaría que volviera. No obstante, ¿se te ocurre algún temática en especial (literatura, epistemología,...) que quisieras ver tratada?

Más estimulante, por el momento, son los diálogos intextuales, si bien, tienen una recepción bastante gélida en mis lectores... :-( ¡y a mi que me encantan!

Malena dijo...

En mi caso particular, al menos, no es que no me gusten, pero no se me ocurre qué agregarles o comentarles. Por eso leo religiosamente pero pocas veces comento.

Héctor Meda dijo...

Pues yo tenía justo la sensación contraria, esto es, que en este tipo de textos el comentario o especulación es más fácil de introducir porque la hilación de ideas no ha sido producida por un rígido nexo

Malena dijo...

Sí, pero al no ser textos tuyos yo al menos no le veo mucho sentido a comentártelos. No creo que pretendas feedback por un fragmento ajeno y, de estar yo en desacuerdo con, póngase por caso, el Sr. Eco, no tiene mucho sentido comentártelo a vos.
O al menos eso racionalizo; la verdad es que no sé muy bien qué es lo que me desmotiva el comentario.