España perdió. Contra Suiza nada menos y me encuentro que ha habido sujetos, exseleccionadores por concretar, que han cifrado la derrota en una falta de concentración, de motivación, de profesionalidad.
Bien, vale, de acuerdo, puede que salieran al campo desmotivados o incluso desconcentrados pero la cuestión es que este tipo de análisis psicologistas son, siendo benevolente, insustanciales si se analiza verdaderamente bien los fallos reales porque tales hechos para un entrenador, o si se prefiere: para un ingeniero futbolístico, han de ser juzgados, en última instancia, como síntomas que no causas estructurales de la dolencia futbolística.
Pongamos que un equipo, cuando su adversario tiene el balón, debe presionar desde las posiciones más adelantadas, las del delantero, como hace el Barcelona, y si es el caso y si verdaderamente lo hace, pues bien, entonces es flagrantemente imposible que ningún jugador pueda haber estado fuera del partido durante mucho tiempo pues sus trabajos de presión no se hubieran realizado.
Ahora bien, si no tiene tales obligaciones, si los jugadores pueden desengancharse del partido en ciertos tramos del mismo entonces claro que será posible que éstos se desconcentren, se amuermen o se vayan de copas.
Lo importante a hacer notar aquí es que desde un equipo bien diseñado donde cada jugador tiene bien claro su rol durante todo el momento del partido, el que circunstancias individualizadas como la desmotivación entren en juego y dejen huellas en el desempeño del equipo tiene su causa en una falla estructural, estratégica y de hecho y en tal caso, si uno ve que el delantero centro de un equipo no presiona entonces poco importará cuál sea su porqué dado que lo relevante, es decir, lo que tiene consecuencias para el correcto funcionamiento del equipo, esto es, el no presionar, es un error del todo visible y en nada sujeto a especulaciones gordianas del tipo fulanito pensaba en su madre o estaba con sueño y por tanto es un error corregible a diferencia de tratar de buscar que Fulanito no piense en la discusión con su churri o en que millones de personas lo están viendo.
En este caso, el error psicológico de desconcentrarse, no es que surja por una mala ética de trabajo sino por un deficiente diseño táctico que acaba habilitando el que determinadas prácticas individuales tengan supervivencia en el juego colectivo.
Otro ejemplo: cuando perdió el Madrid en Champions dijeron que se abusó de individualidades, que no hubo pensamiento de equipo: otro tanto: si un equipo tiene por estrategia ofensiva el movimiento rápido del balón al primer toque entonces cualquier jugador que apropiándose del balón rompa la brillante coreografía será rápidamente localizado. Pero es que es más, si uno ve que el medio centro de un equipo no pasa el balón sino se dedica a colgar balones al área o a buscar goles maradonianos entonces lo relevante será adivinar por qué el jugador, teniendo claro cuál era su misión y habiéndola llevado a cabo, no encontró fisuras en su adversario y tuvo que inventar otras alternativas.
En este caso, el error psicológico de ser individualista, no es que surja por una mala ética de trabajo sino por un deficiente diseño táctico que acaba habilitando el que determinadas prácticas individuales tengan supervivencia en el juego colectivo.
Se podría decir que en cualquier colectivo de fines compartidos, un buen diseño de sus reglas de funcionamiento, instaura unas estructuras tales que podrán si no subsumir sí al menos visibilizar aquellas prácticas individuales que boicotean la coansiada meta final.
Además, y sobre todo: cuándo surjen esas prácticas -como con la biología, como con cualquier orden espontáneo- lo que hay que indagar no será el origen de dicha indeseada mutación sino el por qué de su supervivencia en el seno de un grupo que se suponía tenía otros medios para lograr sus fines.
Y para encontrar tales células cancerígenas necesitamos de un pensamiento enfocado al desempeño estructural no al análisis ad hominem, de hecho, me atrevería a decir que un bieninformado pensamiento verdaderamente escéptico debiera preocuparse, sino de que una comprensión verdadera de cómo se estructura una sociedad contemporánea sea por fin entendida, sí al menos de que ciertos patrones cognitivos no proliferen so pena de acabar encallándonos en lugares comunes construidos a base de sectarias concepciones infundadas.
En cierto modo, el que en fútbol juzguemos como sensatas explicaciones del tipo "no estaban motivados" o "fueron demasiado individualistas" es característico de una sociedad inmersa en una -para una mayoría- inexplicable crisis económica.
Bien, vale, de acuerdo, puede que salieran al campo desmotivados o incluso desconcentrados pero la cuestión es que este tipo de análisis psicologistas son, siendo benevolente, insustanciales si se analiza verdaderamente bien los fallos reales porque tales hechos para un entrenador, o si se prefiere: para un ingeniero futbolístico, han de ser juzgados, en última instancia, como síntomas que no causas estructurales de la dolencia futbolística.
Pongamos que un equipo, cuando su adversario tiene el balón, debe presionar desde las posiciones más adelantadas, las del delantero, como hace el Barcelona, y si es el caso y si verdaderamente lo hace, pues bien, entonces es flagrantemente imposible que ningún jugador pueda haber estado fuera del partido durante mucho tiempo pues sus trabajos de presión no se hubieran realizado.
Ahora bien, si no tiene tales obligaciones, si los jugadores pueden desengancharse del partido en ciertos tramos del mismo entonces claro que será posible que éstos se desconcentren, se amuermen o se vayan de copas.
Lo importante a hacer notar aquí es que desde un equipo bien diseñado donde cada jugador tiene bien claro su rol durante todo el momento del partido, el que circunstancias individualizadas como la desmotivación entren en juego y dejen huellas en el desempeño del equipo tiene su causa en una falla estructural, estratégica y de hecho y en tal caso, si uno ve que el delantero centro de un equipo no presiona entonces poco importará cuál sea su porqué dado que lo relevante, es decir, lo que tiene consecuencias para el correcto funcionamiento del equipo, esto es, el no presionar, es un error del todo visible y en nada sujeto a especulaciones gordianas del tipo fulanito pensaba en su madre o estaba con sueño y por tanto es un error corregible a diferencia de tratar de buscar que Fulanito no piense en la discusión con su churri o en que millones de personas lo están viendo.
En este caso, el error psicológico de desconcentrarse, no es que surja por una mala ética de trabajo sino por un deficiente diseño táctico que acaba habilitando el que determinadas prácticas individuales tengan supervivencia en el juego colectivo.
Otro ejemplo: cuando perdió el Madrid en Champions dijeron que se abusó de individualidades, que no hubo pensamiento de equipo: otro tanto: si un equipo tiene por estrategia ofensiva el movimiento rápido del balón al primer toque entonces cualquier jugador que apropiándose del balón rompa la brillante coreografía será rápidamente localizado. Pero es que es más, si uno ve que el medio centro de un equipo no pasa el balón sino se dedica a colgar balones al área o a buscar goles maradonianos entonces lo relevante será adivinar por qué el jugador, teniendo claro cuál era su misión y habiéndola llevado a cabo, no encontró fisuras en su adversario y tuvo que inventar otras alternativas.
En este caso, el error psicológico de ser individualista, no es que surja por una mala ética de trabajo sino por un deficiente diseño táctico que acaba habilitando el que determinadas prácticas individuales tengan supervivencia en el juego colectivo.
Se podría decir que en cualquier colectivo de fines compartidos, un buen diseño de sus reglas de funcionamiento, instaura unas estructuras tales que podrán si no subsumir sí al menos visibilizar aquellas prácticas individuales que boicotean la coansiada meta final.
Además, y sobre todo: cuándo surjen esas prácticas -como con la biología, como con cualquier orden espontáneo- lo que hay que indagar no será el origen de dicha indeseada mutación sino el por qué de su supervivencia en el seno de un grupo que se suponía tenía otros medios para lograr sus fines.
Y para encontrar tales células cancerígenas necesitamos de un pensamiento enfocado al desempeño estructural no al análisis ad hominem, de hecho, me atrevería a decir que un bieninformado pensamiento verdaderamente escéptico debiera preocuparse, sino de que una comprensión verdadera de cómo se estructura una sociedad contemporánea sea por fin entendida, sí al menos de que ciertos patrones cognitivos no proliferen so pena de acabar encallándonos en lugares comunes construidos a base de sectarias concepciones infundadas.
En cierto modo, el que en fútbol juzguemos como sensatas explicaciones del tipo "no estaban motivados" o "fueron demasiado individualistas" es característico de una sociedad inmersa en una -para una mayoría- inexplicable crisis económica.
3 comentarios:
A ver cómo se sostienen estas explicaciones cuando pierdan por goleada el viernes...
Y lo digo, ojo, en representación del actual líder del grupo.
Yo me doy con un canto en los dientes si en caso de volver hacer el rídiculo, se hace un análisis inteligente del porqué y no nos venden la moto...otra vez.
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