Hoy he llegado tarde al trabajo. Culpa del tren. Se retrasó. Suele pasar con una periódica frecuencia de una vez al mes.
Lo curioso son los dilemas que concita el asunto. Me explico: todos los trenes están coordinados entre sí. Se evita de este modo que los trenes se solapen. Se consigue de este modo que los trenes usen eficientemente el apenas par de vías.
Un retraso, en consecuencia, es letal para el baile de ferrocarriles por lo que tiene de perturbador dicho retraso, por lo tanto, hay que decidir: ¿intensión o extensión?: ¿Dejamos que la perturbación se localice exclusivamente en su foco originario: el tren retrasado ha de parar cuando se cruza con los otros? O bien ¿dejamos que se contagie a otros focos para que éstos copaguen un retraso que entonces sería menor: el tren retrasado hace a veces parar a aquellos trenes con los que se cruza?
En el primer caso, por ejemplo, puedes hacer perder, y no exagero, toda una mañana de trabajo a cinco vagones de personas.
En el segundo caso, otro ejemplo, puedes hacer perder, y no exagero, la cita con un médico o la entrada a un examen a media docena de media docena de vagones de personas.
¿Qué hacer entonces?
A mi ver, quien tuviera una respuesta razonada al asunto habría descubierto como promocionar la política de una arbitraria práctica matonil a una racional ciencia de mesurable coacción.
Lo curioso son los dilemas que concita el asunto. Me explico: todos los trenes están coordinados entre sí. Se evita de este modo que los trenes se solapen. Se consigue de este modo que los trenes usen eficientemente el apenas par de vías.
Un retraso, en consecuencia, es letal para el baile de ferrocarriles por lo que tiene de perturbador dicho retraso, por lo tanto, hay que decidir: ¿intensión o extensión?: ¿Dejamos que la perturbación se localice exclusivamente en su foco originario: el tren retrasado ha de parar cuando se cruza con los otros? O bien ¿dejamos que se contagie a otros focos para que éstos copaguen un retraso que entonces sería menor: el tren retrasado hace a veces parar a aquellos trenes con los que se cruza?
En el primer caso, por ejemplo, puedes hacer perder, y no exagero, toda una mañana de trabajo a cinco vagones de personas.
En el segundo caso, otro ejemplo, puedes hacer perder, y no exagero, la cita con un médico o la entrada a un examen a media docena de media docena de vagones de personas.
¿Qué hacer entonces?
A mi ver, quien tuviera una respuesta razonada al asunto habría descubierto como promocionar la política de una arbitraria práctica matonil a una racional ciencia de mesurable coacción.
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