La falacia de Montaigne
(Diálogo in media res)
- Mira, ya lo dijo Montaigne: no se puede obtener un gran beneficio sino a costa de otros.
- A esa idea, Von Mises la bautizó como la falacia de Montaigne.
- Pues a mi me parece una verdad absoluta.
- Es curioso porque yo de pequeño, muy preocupado por las reglas de cortesía, siempre me preguntaba, cada vez que me veía en un intercambio comercial, por ejemplo en una compra de chucherías, quién debiera decir las gracias. Fíjandome en lo que hacía la gente, para así aprender, casi siempre encontré cómo, al loro, am-bos, vendedor y vendido, se daban a la vez las gracias, fijátetu, ¿casualidad?
- Que no, que no, no es eso, ¿cómo conseguiste el dinero? Mira. Es fácil. Todo esto es como una tarta, ¿sí? Todo lo que tu tienes ha sido quitado a otro, ¿vale? Es así de simple, sin más, y lo dijo Tolstoi: quien tiene dinero, tiene en su bolsillo a quienes no lo tienen.
- ¡Qué tontería! Si yo, en el jardín de mi casita, cultivo un huertecillo, ¿a quién le robo la comida cada vez que me como mis tomates? ¿a quién se la hurto cada vez que intercambio mis lechugas?
- Pero tú tienes una tierra que, al poseerla tú solo ¿sí?, se la quitas a otro que ya no puede tener esa misma tierra, ¿te das cuenta?
- Antiguamente, la peña se movía por doquier sin orden ni concierto, sin fronteras ni estaciones: nómadas, los llamamos ahora, pero hubo, en algún oscuro momento ya perdido ya seguro olvidado, un extravagante sujeto que decidió parar, desembarcar de tanto revuelo y fijar, para siempre, un hogar propio, personal: sedentario, lo llamamos ahora, y fijátetu, éste hombre, o mujer, qué más dará, fue la que inventó, no descubrió, cui-da-do, lo que hoy llamamos, muy despectivamente, propiedad privada, a-ho-ra, ¿por qué ese invento es un robo cuando los nómadas desconocían el concepto mismo de tierra? ¿Acaso un bautizo nominal, una ficción, puede constituir un robo?
- ¡Pero es que no lo entiendes!. Esto es como una partida de cartas, ¿me explico? Claro, tú tal vez tengas un poker de ases, ¡jo qué guay! pero vale, eso sucede porque lo has heredado, nada más, pero si ves que alguien se hunde por falta de recursos, lo justo es que lo repartas, macho, ¿no crees?. Es lo único que pido. No es mucho, ¿eh?
- Entonces lo que habrá que ver es, primeramente, si ese juego económico lleva al colapso, y segunda y finalmente, si hay otro juego que resulte más adaptativo, a-ho-ra, negarle legitimidad de raíz a nuestros recursos barajados cuando éstos, repito, son un producto ficticio, es igual de ridículo que perseguir fantasmas, quiero decir, a otro con ese cuentecito pop de héroes y villanos, sinceramente.
- Mira, ya lo dijo Montaigne: no se puede obtener un gran beneficio sino a costa de otros.
- A esa idea, Von Mises la bautizó como la falacia de Montaigne.
- Pues a mi me parece una verdad absoluta.
- Es curioso porque yo de pequeño, muy preocupado por las reglas de cortesía, siempre me preguntaba, cada vez que me veía en un intercambio comercial, por ejemplo en una compra de chucherías, quién debiera decir las gracias. Fíjandome en lo que hacía la gente, para así aprender, casi siempre encontré cómo, al loro, am-bos, vendedor y vendido, se daban a la vez las gracias, fijátetu, ¿casualidad?
- Que no, que no, no es eso, ¿cómo conseguiste el dinero? Mira. Es fácil. Todo esto es como una tarta, ¿sí? Todo lo que tu tienes ha sido quitado a otro, ¿vale? Es así de simple, sin más, y lo dijo Tolstoi: quien tiene dinero, tiene en su bolsillo a quienes no lo tienen.
- ¡Qué tontería! Si yo, en el jardín de mi casita, cultivo un huertecillo, ¿a quién le robo la comida cada vez que me como mis tomates? ¿a quién se la hurto cada vez que intercambio mis lechugas?
- Pero tú tienes una tierra que, al poseerla tú solo ¿sí?, se la quitas a otro que ya no puede tener esa misma tierra, ¿te das cuenta?
- Antiguamente, la peña se movía por doquier sin orden ni concierto, sin fronteras ni estaciones: nómadas, los llamamos ahora, pero hubo, en algún oscuro momento ya perdido ya seguro olvidado, un extravagante sujeto que decidió parar, desembarcar de tanto revuelo y fijar, para siempre, un hogar propio, personal: sedentario, lo llamamos ahora, y fijátetu, éste hombre, o mujer, qué más dará, fue la que inventó, no descubrió, cui-da-do, lo que hoy llamamos, muy despectivamente, propiedad privada, a-ho-ra, ¿por qué ese invento es un robo cuando los nómadas desconocían el concepto mismo de tierra? ¿Acaso un bautizo nominal, una ficción, puede constituir un robo?
- ¡Pero es que no lo entiendes!. Esto es como una partida de cartas, ¿me explico? Claro, tú tal vez tengas un poker de ases, ¡jo qué guay! pero vale, eso sucede porque lo has heredado, nada más, pero si ves que alguien se hunde por falta de recursos, lo justo es que lo repartas, macho, ¿no crees?. Es lo único que pido. No es mucho, ¿eh?
- Entonces lo que habrá que ver es, primeramente, si ese juego económico lleva al colapso, y segunda y finalmente, si hay otro juego que resulte más adaptativo, a-ho-ra, negarle legitimidad de raíz a nuestros recursos barajados cuando éstos, repito, son un producto ficticio, es igual de ridículo que perseguir fantasmas, quiero decir, a otro con ese cuentecito pop de héroes y villanos, sinceramente.
Comentarios
Ese dialogo se manifiesta en una especie de tragedia en nuestra cultura argentina, lo digo por lo inevitable del daño.
Como Von Mises, creo que que es una falacia, pero cuatro quintos de mis connacionales imagina que los ricos de este mundo se llevan lo que pertenece a todos los pobres.
Como bien decís, la realidad es mucho más rica. Los argumentos para justificarla o encontrar motivos para cambiar deben ser igual de complejos, me temo.
Lo que yo únicamente afirmo, por tanto, es que la propiedad privada es una emergencia producto de una mirada nueva al entorno. Algo así como la consideración de que esa pieza fálica de madera, en este juego que llamamos ajedrez, debe tener tal y tales movimientos prohibidos o permitidos. Nada más.
En consecuencia, ni es más ni menos legítimo considerar una porción de tierra como una propiedad privada (sedentarios) que como una vía de paso (nómadas) pero, justo por eso, carece de sentido decir que la consideración de esa porción de tierra como propiedad privada es un robo a alguien cuando sólo es, insisto, un bautizo ficticio, en suma, los recursos no están dados (no hay tarta), se inventan como parte del juego.
¿De qué iba el post? Pensar en Ásterix me distrae enormemente.
Ahora que lo pienso, los personajes de estos diálogos suyos suelen caerme mal.
Mi firma anterior sonó medio violenta, no? Debe ser que la escribí desde el trabajo, disculpas! xD
La verdad...no recuerdo...no sé si extió ese personaje de Asterix...de todas formas...tiene...le doy la razón...lo de silabear las palabras es...resulta...molesto...a mi vamos...pero creo que me entiende...en el fondo
Malena
No, no, a mi no me sonó violento, fueraparte, hay confianza luego sin problemas, pero sí es cierto que estos temas, los políticos, son delicados y generan adherencias férreas, es decir, moralistas.
Para mi el gran reto higiénico al que se debe la discuisón pública de lo político, sería desmoralizar el debate: esto no es un cuento de buenos y villanos, si acaso, de observadores y despistados.
Si nos alejásemos del movedizo fundamento de la ética -entre otras cosas porque ningún bando político odia al resto de la humanidad- y entráramos en prácticas más científicas (datos no anécdotas, historia no especulación ucrónica, etc); mejor nos iría. Yo creo.
Un caso reciente, el de Russian red, pobre mucha cantautora quien a la pregunta de si de izquierdas o derechas, responde, tímidamente, que más a la derecha que la izquierda y se encuentra con cantantes como Nacho vega diciendo que:
No puedo evitar pensar que cualquiera que se declare de derechas ha de ser un cretino o un cabrón. O un potentado. Como en principio no tengo a Lourdes por ninguna de estas tres cosas, quiero pensar que no sabía muy bien de lo que hablaba.
Alucinante :O y triste, muy triste.
Pero en los países más prósperos, por otro lado, sí que existen menos necesidades -ya que hay una cultura previa tácitamente aceptada- de reglar los asuntos sociales de forma exacerbada, yo creo (v.gr: hay una cultura de solidaridad y de compromiso con las ONGs que podrían servir como argumento contra una excesiva carga impositiva)
También es cierto y no menos importante, que ciertas realidades socioeconómicas se ven constreñidas o inimplementables por cuestiones estrictamente materiales (v.gr: todos quisiéramos un sueldo mínimo de, por ejemplo, 3000 euros, ahora, ¿es posible?) y aquí hay que tener la suficiente sangre fría para percibir que no es cuestión de no querer sino de no poder... Tal vez el caso más típico: la cuestión de la sanidad pública, la cuál y a mi ver, nunca tendría que ser una cuestión moral (¿quién no quiere para sí y para el resto una sanidad gratuita?) sino una cuestión económica que evaluase sus pros y sus contras, su eficiencia y su sostenibilidad y sin embargo, es imposible plantear siquiera el debate sin llegar a cuetiones moralistas....
Si la economía fuera un juego de suma cero, entonces sí que lo que tienen unos es lo que no tienen otros. Por ejemplo, si en la economía sólo existieran 100 euros, cada euro de éstos que yo tengo no lo tiene otro. Pero es que la economía no es un juego de suma cero ya que existe crecimiento económico. En unos meses, si la economía va bien, tendremos 102 euros en total. Entonces si yo me apropio de los dos nuevos euros, no se los estoy robando a nadie.
Y así vamos, dando tumbos de un lado a otro.
Es un poco el tema como la cuestión de la esperanza de vida media: quién sabe qué pasará en, pongamos, 2030, cómo para saber si entonces no tendremos que recalcular -gracias un milagroso descubrimiento médico o por culpa de un funesto virus mortífero- nuestra esperenza de vida desde ahora prevista.
:-)