Más allá de la herencia y el azar
En los últimos cincuenta años, aproximadamente, los científicos han observado que [las bacterias] transfieren rápida y rutinariamente distintos bits de material genético a otros individuos. Cada bacteria dispone periódicamente del uso de genes accesorios, provenientes en ocasiones de muy diferentes linajes, y que cubren funciones que quizás su propio ADN no podría desarrollar. Algunos de estos bits son recombinados con los genes originales de la célula, otros vuelven a ser puestos en circulación. Como resultado de esta habilidad, todas las bacterias del mundo tienen acceso a un único banco de genes y por ende, a los mecanismos de adaptación de todo el reino bacteriano.
(...)
Si las propiedades genéticas del microcosmos se aplicasen a criaturas mayores tendríamos un mundo de ciencia ficción en el que las plantas verdes podrían compartir genes por fotosíntesis con los hongos vecinos, o donde la gente podría exudar perfumes o crear marfil, recogiendo genes de rosa o de morsa.
(...)
Si las propiedades genéticas del microcosmos se aplicasen a criaturas mayores tendríamos un mundo de ciencia ficción en el que las plantas verdes podrían compartir genes por fotosíntesis con los hongos vecinos, o donde la gente podría exudar perfumes o crear marfil, recogiendo genes de rosa o de morsa.
Para darse cuenta de que la lengua no puede ser más que un sistema de valores puros, basta considerar los dos elementos que entran en juego en su funcionamiento: las ideas y los sonidos.
Psicológicamente, y haciendo abstracción de su experiencia por las palabras, nuestro pensamiento no es más que una masa amorfa e indistinta. Filósofos y lingüistas han coincidido siempre en reconocer que sin la ayuda de los signos seríamos incapaces de distinguir dos ideas de una forma clara y constante. Considerado en sí mismo, el pensamiento es como una nebulosa donde nada está delimitado necesariamente. No hay ideas preestablecidas, y nada es distinto antes de la aparición de la lengua.
Frente a este reino flotante, ¿ofrecerían por sí mismos los sonidos entidades circunscritas de antemano? Tampoco. La substancia fónica ya no es fija ni rígida; no es un molde a cuyas formas el pensamiento deba adaptarse necesariamente, sino una materia plástica que se divide a su vez en partes distintas para suministrar los significantes que el pensamiento necesita. Podemos, pues, representar el hecho lingüístico en su conjunto, es decir, la lengua como una serie de subdivisiones contiguas proyectadas a un tiempo en el plano indefinido de las ideas confusas (A) y en el no menos indeterminado de los sonidos (B); (...)
El papel característico de la lengua respecto al pensamiento no es crear un medio fónico material para la expresión de las ideas, sino servir de intermediario entre el pensamiento y el sonido, en condiciones tales que su unión conduzca necesariamente a delimitaciones recíprocas de unidades. El pensamiento, caótico por naturaleza, es forzado a precisarse al descomponorse. No hay, por tanto, ni materialización de los pensamientos, ni espiritualización de los sonidos, sino que se trata del siguiente hecho, en cierto modo misterioso: que l "pensamiento-sonido" implica divisiones y que la lengua elabora sus unidades constituyéndose entre dos masas amorfas. Imaginemos al aire en contacto con una capa de agua: si la presión atmosférica cambia, la superficie del agua se descompone en una serie de divisiones, es decir, de olas; son esas ondulaciones las que darían una idea de la unión, y por así decir, del acoplamiento del pensamiento con la materia fónica.
Podría llamarse a la lengua el dominio de las articulaciones, (...), cada término lingüístico es un pequeño miembro, un articulus en el que una idea se fija en un sonido y en el que un sonido se vuelve el signo de una idea.
Psicológicamente, y haciendo abstracción de su experiencia por las palabras, nuestro pensamiento no es más que una masa amorfa e indistinta. Filósofos y lingüistas han coincidido siempre en reconocer que sin la ayuda de los signos seríamos incapaces de distinguir dos ideas de una forma clara y constante. Considerado en sí mismo, el pensamiento es como una nebulosa donde nada está delimitado necesariamente. No hay ideas preestablecidas, y nada es distinto antes de la aparición de la lengua.
Frente a este reino flotante, ¿ofrecerían por sí mismos los sonidos entidades circunscritas de antemano? Tampoco. La substancia fónica ya no es fija ni rígida; no es un molde a cuyas formas el pensamiento deba adaptarse necesariamente, sino una materia plástica que se divide a su vez en partes distintas para suministrar los significantes que el pensamiento necesita. Podemos, pues, representar el hecho lingüístico en su conjunto, es decir, la lengua como una serie de subdivisiones contiguas proyectadas a un tiempo en el plano indefinido de las ideas confusas (A) y en el no menos indeterminado de los sonidos (B); (...)
El papel característico de la lengua respecto al pensamiento no es crear un medio fónico material para la expresión de las ideas, sino servir de intermediario entre el pensamiento y el sonido, en condiciones tales que su unión conduzca necesariamente a delimitaciones recíprocas de unidades. El pensamiento, caótico por naturaleza, es forzado a precisarse al descomponorse. No hay, por tanto, ni materialización de los pensamientos, ni espiritualización de los sonidos, sino que se trata del siguiente hecho, en cierto modo misterioso: que l "pensamiento-sonido" implica divisiones y que la lengua elabora sus unidades constituyéndose entre dos masas amorfas. Imaginemos al aire en contacto con una capa de agua: si la presión atmosférica cambia, la superficie del agua se descompone en una serie de divisiones, es decir, de olas; son esas ondulaciones las que darían una idea de la unión, y por así decir, del acoplamiento del pensamiento con la materia fónica.
Podría llamarse a la lengua el dominio de las articulaciones, (...), cada término lingüístico es un pequeño miembro, un articulus en el que una idea se fija en un sonido y en el que un sonido se vuelve el signo de una idea.
Comentarios
Que no otra cosa es la función de los maestros: mostrarnos con una luz favorable las cosas de las que maravillarse.
Me alegro que te hayan gustado los textos
Lino,
La verdad es que no me había dado cuenta de la relación pero es cierta y es el tipo de asociaciones que me gusta encontrar y/o provocar
Me basta con que gusten las citas per se... de todas formas, pruebe a pensar en el lenguaje como un "banco" de sonidos accesible a (en principio) todos los humanos
Ver enlace
Es cierto lo que dices pero también está el propio lenguaje, baúl ancestral donde cienes y cienes de personas desde todo un Cervantes hasta un zapatero han dejado su impronta y legado, sus hallazgos y pensamientos y es que, y ampliando aún más la perspectiva, si somos capaces de hacernos con la seda de un gusano o con una simple hoguera que mantenga encendido un fuego, lo somos porque no solo alguien descubrió tal conducta sino que además fue capaz de transmitirla y legarla a la posteridad para alegría de todos.
Lino,
Vaya, gracias por el enlace. Tiempo ya me preguntaba si el plurilingüísmo tenía efectos beneficiosos para el pensamiento, si bien, y por el momento, lo que se dice en el enlace, los beneficios que se enumeran en el enlace, son los provinientes de cualquier ejercicio gimnástico mental como, v.gr, el de la literatura.
1) Las ventajas del plurilingüismo no las discuto; pero aunque se aprendiecen todas las lenguas del mundo, seguirá existiendo la limitación del lenguaje humano mismo. Es decir, no por aprender otra lengua habremos adquirido un potencial lingüístico que antes no tuviéramos.
La bacteria, en cambio, al tomar del "banco común de genes", adquiere cualidades que antes no estaban dentro de sus limitaciones.
El ser humano lucha dentro de una jaula, y es tan intensa su lucha que acaba por llenar todo el espacio que esta cubre; pero ningún idioma le permitirá escapar.
(De todos modos, yo no soy uno de aquellos que se quejan de las limitaciones del lenguaje. Creo que cualquier cosa que se quiera decir, puede decirse; porque lo que no puede decirse... en fin, es inhumano y no nos conscierne).
2) También hay que reconocer que aprender Inuit, por ejemplo, nos permitirá nombrar la nieve de treinta formas diferentes... Pero para alguien que vive en una ciudad donde casi nunca nieva, como yo... ¿se habrá ampliado realmente mi mundo por poder ahora nombrar una cosa que no se encuentra en mi forma de vida? El lenguaje también es adaptativo.
Todo se puede decir, es cierto, pero nada se dice con total exactitud. Tener más palabras para definir la mimas cosa aumenta la posibilidad de «materializar mentalmente» (sic) esa idea o concepto.
Personalmente, por otra parte, no creo que nuestro mundo interior sea infinito, sino más bien muy limitado. Sin embargo, eso no me molesta en absoluto. Después de todo, un piano tiene solo 88 teclas, ¡y la de cosas que pueden hacerse con él!
(Es segunda vez que escribo esta respuesta. La anterior era mucho mejor...)
"hytorsed"
:-)
Aqií es que hay que detallar si no....
XD
Y, precisamente, la matemática en cuanto lenguaje para expresar una forma de entender la realidad (y hay que poner un enorme énfasis en que la matemática no es el lenguaje de la naturaleza, aunque esa sea otra discución) es otra prueba, me parece, de que el lenguaje puede expresar todo lo que un ser humano quiera expresar.
El trasfondo de mi argumento es, en realidad, en contra de quienes se quejan de las palabras, culpándolas de no ser capaces de expresar estados interiores o del mundo intersubjetivo. El problema, digo yo, no es de las palabras, sino de sus usuarios ——quienes, en mi opinión, tampoco tendrían nada realmente interesante que decir en un lenguaje de efabilidad absoluta. Y es que creo que la inefabilidad no existe (¡un mito!, aprovechado por quienes son demasiado perezosos como para buscar las palabras indicadas*), porque el ser humano no entiende la realidad si no lingüísticamente. Desde luego, hay que entender 'lenguaje', aquí, en un sentido amplio que incluye, ciertamente, a la música y a la matemática, v. gr.
*: Aunque no me refiero a la inefabilidad que Kant, por ejemplo, atribuye a la cosa en sí, el númeno (que la cosa en sí sea inefable es, incluso —y paradójicamente— parte de mi argumento). Pero, claro, es que aunque la cosa en sí exista, no existe para nosotros si no a nuestro modo. Parafraseando a Hamlet: nada es realmente algo si la mente no lo hace ser algo.
No sé, no sé, ¿un perro entiende las leyes de Newton? Asimov, discutiendo con un colega del tema, le demostró que sí de un modo muy original, a saber: lanzándole un frisbee (sic) al chucho
Yo hablaría de grados de consciencia puesto que las sensaciones no mediatizadas por la consciencia, esto es, por algún sistema semiótico (conductual o verbal o sígnico) reverberan en sordina pero, cuidado, reverberan, vamos, se perciben.
El argumento de que el lenguaje es suficiente ya sea escribiendo un millón de palabras para expresar una sola idea, para la que la la mente tan solo necesita un instante, no me parece razonable. Creo que es razón suficiente para dudar de que realmente haya expresado esa idea, y en todo caso, parece indudabe que si es efectivo en términos finitos de tiempo, no creo que sea eficiente.
La cuestión verdadera es que cuando utilizas una herramienta que no es la idonea, no es suficiente por si misma y es necesaria la pericia del individuo. Una persona de esas que no sabe hacer grandes cosas con las palabras, no encontrará las adecuadas pero no porque no tenga ideas en la cabeza, sino por que por si mimsmas, las palabras no dicen nada.
Por lo tanto, cuando escuchamos a alguien, no sabemos realmente si las palabbras describen lo que piensa. ¿en que lugar deja esta situación al lenguaje?
El perro o el ser humano antiguo, conocía también las leyes de Newton. Sabía construir un arco y lanzar flechas además. Con las matemáticas, hemos aprendido a entenderlas mejor. ¿Se ha acabado la compresión de la realidad? No, pero hay que descubrir nuevos lenguajes.
¡No, no!, ¡todo lo contrario! Aunque estuve a punto de cometer ese error. Primero escribí, en mi último comentario, "porque el ser humano no entiende la realidad si no lingüísticamente", pero al releer me di cuenta de la equivocación. En efecto, no creo que percibamos toda la realidad lingüísticamente. Por ejemplo, subo un escalera de forma casi automática, y seguramente sería muy difícil argumentar que interviene el lenguaje en esa operación. Sin embargo, el punto clave tal vez sea el de entender la realidad, y esta —me parece— sí que debe ser una operación lingüística, porque entender seguramente no es otra cosa que representar, y entonces interviene necesariamente el lenguaje. De nuevo, debemos entender lenguaje en sentido tan amplio que incluso un mapa es un lenguaje (sería fácil defenderlo, teniendo en cuenta el contenido semiótico de los mapas).
A esto me refería más arriba cuando manifesté mi desacuerdo con la afirmación que dice que los límites del lenguaje son los límites de la realidad. El ser humano realiza infinidad de operaciones no-lingüísticas, y la percepción podría solo ser un ejemplo, junto a los instintos o lo que llamamos "inspiraciones" (esto último, más discutiblemente).
Obviamente, quedo debiendo una definición operacional decente de "entendimiento". Pero espero que se vea a dónde van mis tiros.
En cuanto a Asimov, no sé qué demuestra el experimento con el perro, si demuestra algo. ¿Que el perro entiende la ley de gravedad? Che, ¿y si digo que las piedras entienden también la gravedad porque cuando las suelto tienen el buen sentido de caer hacia abajo??? Así como me molestaba, en la otra entrada, que se hablara de insectos altruistas, me molesta hablar de entendimiento en el reino animal; no porque crea al ser humano dotado de alguna diferencia cualitativa respecto a los brutos, si no porque palabras como 'entendimiento' están "diseñadas" por seres humanos para ser usadas en seres humanos. Al referirlas a un animal el efecto me parece tan ridículo como vestir a un chimpancé con un traje, gafas y pipa.
Lo cito: "El argumento de que el lenguaje es suficiente ya sea escribiendo un millón de palabras para expresar una sola idea, para la que la la mente tan solo necesita un instante".
Eso me parece muy discutible. Ese "instante" de la mente, ya me gustaría a mí verlo. Las cosas que toma un millón de palabras describir normalmente toma un buen rato entenderlas. Otra cosa es que, con la práctica, acabemos por pensar la misma idea mucho más rápido; pero lo mismo andar en bicicleta: que con el tiempo podamos hacerlo a la primera no quita que aprender nos costara algunos porrazos.
"La cuestión verdadera es que cuando utilizas una herramienta que no es la idonea, no es suficiente por si misma y es necesaria la pericia del individuo."
Es que, también una herramienta idonea requiere pericia. El piano es idoneo para tocar una sonata para piano (me van a dar el Nobel por decir eso), pero hay que tener pericia para llevarlo a cabo. A mí me parece que el lenguaje es una herramienta de idoneidad perfecta... si nos hacemos una buena idea de para qué sirve y para qué no. Si tratamos de desatornillar un tornillo con un piano también nos llevaremos un chasco.
"Por lo tanto, cuando escuchamos a alguien, no sabemos realmente si las palabbras describen lo que piensa. ¿en que lugar deja esta situación al lenguaje?".
Cuando mi novia me dice «te amo» y al día siguiente me la encuentro encamada con otro, la culpa no es del lenguaje. El lenguaje cumple fielmente la misión que le fue encomendada; pero esa misión ciertamente no fue nunca abrir una ventana hacia el interior de las almas de otros. Y no hay que olvidar que parte del lenguaje también es la posibilidad de menter; y parte fundamental, diría yo.
"El perro o el ser humano antiguo, conocía también las leyes de Newton. Sabía construir un arco y lanzar flechas además. Con las matemáticas, hemos aprendido a entenderlas mejor. ¿Se ha acabado la compresión de la realidad? No, pero hay que descubrir nuevos lenguajes.".
Me remito a la primera parte de mi comentario. De todos modos, yo no creo que haya tal cosa como una "comprensión de la realidad. Creo que hay una recreación lingüística de la realidad, y a eso le llamamos comprensión o entendimiento; y, en este sentido, solo al describir matemáticamente la gravedad llegamos a entenderla. Los perros no saben nada.
Noto, como trasfondo a su argumentación, la presencia de las ideas platónicas. Si esto es así, no me extraña su insatisfacción con el lenguaje: ¿cómo podría una simple palabra contener la perfección de una idea? Mi caso es distinto. Yo no creo que haya nada como las ideas o las esencias, creo que todo el edificio lingüístico es una ficción que no guarda ninguna relación de dependencia con la realidad, sino que meramente se adapta a ella según el éxito que tenga un determinado lenguaje para... hacer cosas con él, como conseguir que te pasen la sal desde el otro lado de la mesa, o construir un puente utilizando la matemática. Para mí, el éxito de un lenguaje no depende de que exprese una idea, si no de que se le pueda utilizar para algo.
"Y no hay que olvidar que parte del lenguaje también es la posibilidad de menter; y parte fundamental, diría yo."
Donde dice "menter", "mentir", obviamente.
Creo que hay una recreación lingüística de la realidad, y a eso le llamamos comprensión o entendimiento; y, en este sentido, solo al describir matemáticamente la gravedad llegamos a entenderla
La gravedad no la hemos entendido en absoluto, todavía nos falta comprender mucho. Creo que hace falta un nuevo paradigma matemático, un nuevo lenguaje, para poder seguir comprendiéndola. Newton tuvo que inventar el cálculo diferencial para poder continuar razonando.
Los perros saben lo que saben, lo suficiente para alcanzar el fresbee con total precisión. No es consciente de lo que sabe, pero está en su cabeza. Esa consciencia es la que tal vez existe por el lenguaje, y por eso ellos carecen de ella. Cuanto mejor sea el lenguaje, mejor capacitada estará la consciencia para comprender la realidad. ¿Cómo probar que hay un mundo de ideas, más allá de lo que el lenguaje es capáz de expresar? Pues desconozco cómo, no tengo palabras, pero sé que está ahí.
;-)
Se llama falacia mereológica a atribuir a una parte lo que pertenece a un todo y así, se comete falacia mereológica cuando se dice que el cerebro piensa, el cerebro percibe, el cerebro hace; cuando tales acciones, tal dimensión psicológica, se percibe a través de conductas y por tanto solo se atribuye, sólo se debiera atribuir, al cuerpo o sujeto in toto. En suma, si podemos adjudicar predicados psicológicos a un sujeto (v.gr: fulanito entiende), sólo podemos adjudicárselo en tanto que actor, en tanto que ejecutante y desde esta perspectiva, huelga decir, cualquier ser que al actuar parezca como si X entonces es que, efectivamente X.
No volvamos, por favor, a tratar de averigüar qué hay en la caja negra, esto es y por concretar, si Fulanito, pongamos Picasso, pinta bien, aún no pudiendo Picasso explicar o hablar cómo lo hace, tenemos derecho a pensar que, efectivamente, Picasso entiende de pintura.
Una cosa es entender y otra entender verbalmente puesto que al hablar de representaciones, precisamente se resucita los fantasmas platónicos mientras que al decir que queremos el salero (buen ejemplo: aplíqueselo), sólo diremos que se nos ha entendido ¡cuando se nos de el salero!, esto es, cuando se realiza una conducta, ¿acaso no me entiende mi perro cuando le digo "siéntate" y se sienta?
Solo algunas preguntas:
Si expresar matemáticamente la gravedad no es entenderla, ¿qué sería entenderla? (Y, ojo, que en principio estoy de acuerdo con que no la entendemos en absoluto)
¿Cómo puede uno entender algo sin ser conciente de ello? ¿Y sin tener conciencia?
Las creencias no me moletan en absoluto, mientras haya conciencia de que lo son. Sin embargo, ¿por qué creer en algo que no se puede probar ni es, en rigor, necesario para explicar un fenómeno como el lenguaje?
Héctor
Excelente acotación. Me gusta ese conductismo. Efectivamente, lo que hay dentro de la caja negra ni siquiera me interesa, por considerarlo incognoscible.
El punto de Picasso no lo tengo tan claro. Pretendo escribir mi tesis precisamente sobre ese punto: ¿qué significa entender una obra de arte?
En cuanto a las representaciones... Sí, veo lo que quiere decir, pero no creo que mi argumento haya caído realmente en ese error. Cuando hablaba de 'representación' no lo hacía en el sentido platónico, como 'representación intelectual de la esencia de X', sino más bien en un sentido análogo a la mimesis aristotélica. El lenguaje re-crea el mundo así como una ficción. Debe entenderse que las cosas re-creadas en el mundo lingüístico no existen en el mundo real, o en sí, así como Enrique III no es el Enrique III de verdad cuando aparece un actor en la obra de Shakespeare.
¿Por qué esta forma tan engorrosa de hablar? Porque discutíamos sobre 'entender la gravedad', que no es un caso idéntico al del salero. Lo que es entender cuando se dice «pásame el salero» está bastante claro..., vamos, primeros parágrafos de las IF. Pero cuando hablamos de entender un fenómeno de la realidad, tal que la gravedad, ya no hablamos de entender 'el significado de un elemento en un juego de lenguaje', si no de entender una cosa del mundo. Desde luego, en mi argumento se sigue que las cosas del mundo no se entienden en sí, sino que son re-creadas en el lenguaje... y entonces, convertidas en lenguaje, ya podemos hablar de seguir la regla en el juego. ¿Se entiende por qué creo necesario hablar de recreación?
En este sentido, claramente el perro entiende cuando se le dice «siéntate». Pero, ojo, "solo de seres humanos y de lo que se les parece podemos decir que entienden". En este caso, el perro claramente se parece a un ser humano... ¿pero en qué sentido se parece la comprensión que tiene el perro de la gravedad, al atrapar el fresbee, a la humana? De todos modos, yo diría que atrapar un fresbee es, justamente, uno de los fenómenos que no requiere re-conversión lingüística para realizarse (es decir, no requiere entendimiento).
En fin, creo que teniendo el mismo maestro en cuestiones de filosofía del lenguaje, diferimos solo en matices y formar de aproximación. Nuestras conclusiones tenderán a ser las mismas.
Por cierto, una recomendación:
http://www.youtube.com/watch?v=xNKWoo9Fe40&NR=1
http://www.youtube.com/watch?v=o3ty4XRB-Qk
http://www.youtube.com/watch?v=3SpvBsOBUX4&feature=related
Si expresar matemáticamente la gravedad no es entenderla, ¿qué sería entenderla? (Y, ojo, que en principio estoy de acuerdo con que no la entendemos en absoluto)
Bueno, esa es la cuestión, que el entendimiento total de la realidad no es posible seguramente, aunque es posible ir aumentado el grado
¿Cómo puede uno entender algo sin ser conciente de ello? ¿Y sin tener conciencia?
Un ordenador, por ejemplo, entiende de matemáticas, pero no es consciente de ello. Un perro o nosotros en un grado distinto, «entendemos» la gravedad, pero de forma similar a como un ordenador lo hace con las matemáticas. Los humanos estudiamos la naturaleza con la intención de ser conscientes cada vez más de ella. Esta afirmación puede ser excesiva, pero en pricnipio, solo los humanos estudiamos la naturaleza porque solo nosotros somos concientes de ella y de nuestra existencia.
Las creencias no me moletan en absoluto, mientras haya conciencia de que lo son. Sin embargo, ¿por qué creer en algo que no se puede probar ni es, en rigor, necesario para explicar un fenómeno como el lenguaje?
Bueno, esto era una pequeña provocación ;-). No es que «crea», es que visualizo internamente que las ideas pierden maticez al expresarlas en el lenguaje, y que es necesario una maestría innata, una habilidad especial en el uso de esta herramienta para lograr cotas aceptables para expresar las ideas más abstractas. Todo esto no lo puedo probar, porque para hacerlo necesito lo mismo de lo que carezco.
Saludos
Todo esto no lo puedo probar, porque para hacerlo necesito lo mismo de lo que carezco.
Sería, no lo puedo probar, porque para hacerlo necesito lo mismo que tengo que demostrar.
Es un problema relacionado con la autoreferencia.
Saludos
Tiene la siguiente forma: Si A, entonces no se puede demostrar A.
Lo que también es cierto para Si no A, entonces no se puede demostrar A. Lo mismo valdría creer que bajo el capó de los automóviles trabaja una horda de pequeños duendes invisibles que hacen andar al vehículo, desapareciendo en cuanto se abre la tapa. Tampoco puede demostrarse que existan criaturas así, y su existencia también podría explicar el funcionamiento de los automóviles. Sin embargo, ¿por qué creer en semejante insensatez cuando resulta mucho menos costoso, en términos de explicación, creer en la existencia de los motores de combustión interna?
Se trata de una aplicación de un principio lógico muy citado y muy poco comprendido: la navaja de Occam. No deben multiplicarse los entes sin necesidad lógica. Duendes invisibles o motores de combustión pueden explicar el funcionamiento de los automóviles, pero resulta mucho más económico creer la segunda opción, aún si no se puede demostrar ninguna de ellas.
Creer en la existencia de algo indemostrable solo resulta razonable cuando es la explicación más sencilla de un fenómeno empírico.
Ahora bien, aun si no pudiese demostrar la existencia de algo así como ideas platónicas, algo debiera haber en el mundo que le haga creer en ellas. Es decir, algo debiera ser diferente según si hay o no 'A'. Entonces, mi pregunta es la siguiente:
¿Qué esperaría encontrar en el mundo si hay ideas, y qué faltaría si no las hay?
No es exactamente así tampoco, ya que he dicho que no tengo forma de demostrar ni tan siquiera de que hay algo. No puedo mostrar un ruido, algo. Solo puedo expresar lo que intuyo, ya que la herramienta que necesito, algo que pueda acceder a ese mundo de ideas, no la tengo. Pero eso no siginifica que no exista. Simplemente, hasta que no haya otra forma, pertenece al mundo interior de cada uno.
Puede parecer esotérico, pero no lo es :-)
Saludos
¿Entonces?
¿En qué se diferencia un mundo en el cuál hay ideas de uno en el cual no las hay?
Por ello, creo que es necesario ese mundo de ideas, y es necesario un lenguaje cada vez mejor para comprender nuestro entorno y por ponernos un poco transcendentales, el significado y el papel de nuestra existencia en el Cosmos.
Aclaro apenas una cosita y es que incluso una representación como la de la gravedad se ha de evaluar en términos de conducta y así, la gravedad newtoniana, la gravedad explicado alla Newton, es válida en cuanto nos habilita conductas adaptativas, nos enseña a lanzar frisbees de forma precisa. No obstante, para llegar a la Luna necesitamos otra explicación más elaborada, la einsteniana y si decimos que es más verdad lo einsteniano que lo newtoniano es porque con lo primero encontramos conductas que no son posibles con lo segundo.
Ahora, respecto al inmanentismo, ya tracé en su momento un esbozo de crítica: Copenhague: básicamente la idea es que cualquier percepción tiene una fuerte relación de dependencia con la neurobiología del agente cognoscente por lo que es difícil, sino imposible, trazar la frontera delimitadora de do empieza la realidad y do empieza nuestra estructura perceptora -sin perjuicio, a no dudarlo, de que nosotros no creamos ex novo la realidad
Buena pregunta. Como especulación tipo de la ciencia-ficción me parece interesante, pero me temo, que es vana. Hasta que no se tenga un mayor conocimiento no sirve de mucho. Para ser sincero, mi convicción proviene de de Goedel que demostró con su teorema que SIEMPRE ha de existir un sistema de referencia externo, que un ser que es capaz de ser consciente de si mismo ha de tener necesariamente una conexión con u mundo externo a el para poder contemplarse a si mismo dentro de su entorno. Se me ha ocurrido ahora que esa sería la mejor demostración de la existencia de ese mundo de las idealizaciones, ya que sin el no podríamos comprender nuestra existencia.
Esto no significa, que algún día no podamos comprender la consciencia y la intuición. Pero habrá que esperar a ver cuál es esa explicación. No significa que el mundo de ideas no exista, solo por el hecho de afirmar que algún día lo sabremos. Esto es costumbre dentro de cierto sector positivista.
Una última nota por hoy. Me atrevería a afirmar, que la gran mayoría de científicos, antes de demostrar sus hipótesis, tuvieron una intuición. Es decir, «creyeron» en algo, y lo buscaron. No siempre lo encontraron y algunas veces se confundieron. El que tuvo mejores intuiciones descubrió más.