Yo diría que la ironía pone de
manifiesto la necesidad de extender la acotación relevante que pone en
funcionamiento un significado, en este sentido, la ironía se entiende solo por el carácter externalista del significado. Por eso mismamente funciona
la ley de Poe pero porque sin un contexto que matice o contextualice
determinadas expresiones, la función veritativa no puede implementarse. La ironía, en ese sentido, es la demostración de que un contexto puede refundir completamente el alcance significativo de una expresión.
Si lo que hay son juegos de lenguaje superpuestos
pero (y en virtud de ser) finitos que, uno a uno, no alcanzarían a
describir la totalidad de la Verdad; la ironía todavía se entiende mejor, esto es, sería el modulador por
excelencia de los juegos de lenguaje, y justo por ello, dicha figura
lingüística no es sin más una distracción retórica, puro adorno hueco, de hecho, y en mi humilde opinión, la mayor muestra de
inteligencia es ese saber conducirse detectando la (propia) ironía y no quedarse ciego al (propio)
postureo. Es entonces cuando entra el salvífico carácter disolutorio de la risa irónica que creo Kundera identificó y explicó muy bien en su análisis de la nueva comicidad del Quijote.
Pero cuidado, no estoy para nada de acuerdo con esa sabiduría folk que afirma acríticamente lo de que "no tomarse en serio" sea el summum de la sabiduría existencial. Yo más bien suelo entender el dominio de la ironía como la capacidad de no dejarse embelesar por los disfraces, las metáforas, de la vida cotidiana: esa sensibilidad que se da cuenta de que ciertas afirmaciones metáforicas (p.ej: "¿En qué punto de nuestra relación estamos?") depende de ciertos tropos (Las relaciones de pareja entendidas como como un viaje) es extensible no solo a las composiciones verbales sino también los roles y estrategias socializadoras que implementamos en nuestro día a día.
En este último sentido, yo sigo a Lakoff y sus Metáforas de la vida cotidiana y a la teoría de prototipos, y así entiendo la utilidad de la ironía, una utilidad que se me haría imposible de ver en un mundo en donde, efectivamente, la Verdad pueda ser representada (verbalmente) sin fricción alguna.
Pero cuidado, no estoy para nada de acuerdo con esa sabiduría folk que afirma acríticamente lo de que "no tomarse en serio" sea el summum de la sabiduría existencial. Yo más bien suelo entender el dominio de la ironía como la capacidad de no dejarse embelesar por los disfraces, las metáforas, de la vida cotidiana: esa sensibilidad que se da cuenta de que ciertas afirmaciones metáforicas (p.ej: "¿En qué punto de nuestra relación estamos?") depende de ciertos tropos (Las relaciones de pareja entendidas como como un viaje) es extensible no solo a las composiciones verbales sino también los roles y estrategias socializadoras que implementamos en nuestro día a día.
En este último sentido, yo sigo a Lakoff y sus Metáforas de la vida cotidiana y a la teoría de prototipos, y así entiendo la utilidad de la ironía, una utilidad que se me haría imposible de ver en un mundo en donde, efectivamente, la Verdad pueda ser representada (verbalmente) sin fricción alguna.
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