Creo que era Whitehead quien decía que toda la filosofía occidental era una nota al pie de página de lo dicho por Platón. Con el paso de los años, de las lecturas, de discusiones y disquisiciones, me he dado cuenta de que esto es una gran verdad y además, me he dado cuenta de que esto es una triste verdad. Detrás de cada cosmovisión, de toda cosmovisión, de prácticamente toda cosmovisión, queda un resabio platónico que, a la manera de una enredadera, florecerá fractalmente alrededor de una filosofía hasta rellenar su parte troncal de una savia de ajado sabor metafísico.
En consecuencia, la enésima embestida que a continuación acometo contra ese común pensar ya lugar común, sólo pretende ser una solitaria protesta a modo de desahogo. Un desahogo que supongo en el fondo a razón de cuestiones estéticas, de ser incapaz de asumir que, en última instancia, lo que hay sea un yermo museo de inertes objetos matemáticos así contra ello empezaré recurriendo en primer lugar a un chiste. Un chiste sobre científicos que no obstante ahora no contaré del todo, tranquilidad, sino sólo una breve parte, la parte en donde se le pide a un informático que averigüe cuál es el volumen de una vaca.
El informático, habida cuenta de la complejidad inmanejable de usar fórmulas para calcular volúmenes de figuras tan complejas como el cuerpo de una vaca decide trocear al bicho -metafóricamente- y coger, por ejemplo, un cuerno para decir algo así como "este cuerno es casi un cilindro" y poder calcular entonces su volumen utilizando las fórmulas habidas para tal menester cuando de cilindros se trata; y luego cogerá el torso y dirá que este torso es casi un ortoedro y podrá calcular su volumen utilizando las fórmulas habidas para tal menester cuando de ortoedros se trata; y luego cogerá pero, en fin, me callo porque aventuro que se ha cogido la idea. Se trata de la estrategia divide y vencerás tan cara a la programación.
Pero ahora cabe preguntarse: ¿por qué sabemos que el informático no está utilizando la figura geométrica real de la vaca? Pues porque en su proceder fragmenta artificiosamente lo que es un continuum indivisible para calcular el volumen del cuerno y al hacerlo no tendrá en cuenta el del torso o viceversa y eso implica, en definitiva, y volviendo al mundo real, que dado que no es posible la reducción epistemológica, la infidelidad forma parte de las representaciones científicas.
Mas entonces bien podríamos decir, de hecho bien se dice que lo que pasa es que hay un parecido entre la figura real y nuestras aproximaciones concurrentes. Falso, falso si asumimos la premisa intuicionista (las estructuras matemáticas son creaciones humanas) y la premisa venida de la analogía (no tenemos modo de articular el volumen de la vaca in totum) porque entonces es obvio que no existe la Ideal Figura Geométrica de la vaca aunque sí aproximaciones útiles en cuanto a que replican ciertos datos -peso o volumen, área o superficie- de forma ca-si precisa pero eso no legítima ninguna conclusión ontológica de igual modo que el replicar casi exacto del timming de un Reloj no nos legitima creer que dicha máquina tiene en su ser-en-sí ruedecillas. La aprehensión auténtica de algo, no lo olvidemos nunca, o es holista o no lo es.
Habrá quien, porque incapaz de no ser un platonista, considere esto un absurdo pues creerá que si no existiera una figura ideal de la vaca entonces a qué nos acercaríamos habida cuenta de que cualquier aproximación no nos es igual de útil. Pues para esta objeción hay primeramente un tirón de orejas por no comprender de una vez cómo funciona el lenguaje -nomás un instrumento coordinador de conductas acoplables al entorno- y segundamente, a modo de cura, un recurso al divino Mozart.
Con esto último quiero hacer pensar en cuando el genio salzburgués concibió en un alarde suprahumano la misteriosa obertura del Don Giovanni dejó su formulación musical anotada en una partitura. Sin embargo, es obvio que lo allí anotado no basta para la para la interpretación, para el traer a la mano, para la reconsecución de una obra así. Se necesitarán músicos intérpretes, músicos con oído que, músicos con talento musical que, aportando no sólo capacidad de distinguir la escritura de una partitura sino pudiendo sentir su intencionalidad musical, logren recrear lo concebido por el compositor. Como en su momento barrunté, esto se debe a que en lenguaje la comprensión del significado de un concepto implica el preconocimiento de unas reglas de uso (Wittigenstein dixit) y que en Arte son tácitas y sólo descubribles por, y sólo manejables desde, la sensibilidad requerida por la obra.
Si una partitura definiese una obra a modo de diccionario, cualquier torpe máquina -valga la redundancia- sería capaz de tocar cualquier sublime obra mozartiana -valga la redundancia-. Lo triste, triste por su relativa excepcionalidad, es que sólo una inarticulable capacidad perceptiva y sólo una articulable pero no verbalizable capacidad sensomotriz pueden traernos al oído y al corazón tamañas obras musicales.
No será la partitura, por tanto, una aproximación imprecisa pero mejorable del sonido real primigeniamente incoado por el austriaco y que, idealmente, bien pudiera ser transferido de forma íntegra a algún sistema semiótico cualesquiera. La partitura nunca será la obra. La partitura, por el contrario, será el medio que tuvo el genio para que, presuponiendo ciertas cualidades por todos los humanos compartidas y hablo desde el escuchar hasta el emocionar, se pudiera recrear la obra a posteriori de su concepción. La partitura, por tanto, fue el medio que tuvo Mozart para coordinarse con el resto de la humanidad del resto del mundo del resto de la historia para que así ésta pudiera eternamente rehacer lo que ocasionalmente aquel fue capaz de hacer nacer desde sus más profundas e inefables entrañas.
E inefable es la palabra clave, deliberada, a propósito escupida porque, por volver a los términos planteados en la alegoría de Segismundo con su ruidoso vecino, y para reincidir en la tesis, tan machaconamente repetida en este arenoso libro, sobre la inefabilidad de lo real: en cierto modo, nuestros modelos científicos se parecerían a un piano, capaz de replicar ciertos aspectos de una obra tocada por una orquesta, como la melodía o polifonía, la armonía o el ritmo y por tanto, con posibilidades de poder bailar con el piano tal que si fuera con la orquesta. Pero también serán incapaces de replicar otros aspectos como el quálico aspecto tímbrico de la obra o el instrumental: el propio piano tocando y replicando a, pero porque formaba parte de, la orquesta.
Todo esto, por cierto, no reincide en la inutilidad de la ciencia, incuestionable por otro lado; no, no lucha contra la posibilidad de que el científico toque su inexacta música sino que todo este cansino escribir surge para reivindicar por enésima vez que cuando un solitario pensador se avenga a desahogarse con sus solos instrumentales no venga ningún arrogante cientificista a hacerle valer un ilegítimo monopolio intelectual con sello de un ilusorio reinado platónico porque, en cuanto a tocar enteramente como dios manda -nunca mejor dicho-, no encontraremos humano con tal magnífico don.
En consecuencia, la enésima embestida que a continuación acometo contra ese común pensar ya lugar común, sólo pretende ser una solitaria protesta a modo de desahogo. Un desahogo que supongo en el fondo a razón de cuestiones estéticas, de ser incapaz de asumir que, en última instancia, lo que hay sea un yermo museo de inertes objetos matemáticos así contra ello empezaré recurriendo en primer lugar a un chiste. Un chiste sobre científicos que no obstante ahora no contaré del todo, tranquilidad, sino sólo una breve parte, la parte en donde se le pide a un informático que averigüe cuál es el volumen de una vaca.
El informático, habida cuenta de la complejidad inmanejable de usar fórmulas para calcular volúmenes de figuras tan complejas como el cuerpo de una vaca decide trocear al bicho -metafóricamente- y coger, por ejemplo, un cuerno para decir algo así como "este cuerno es casi un cilindro" y poder calcular entonces su volumen utilizando las fórmulas habidas para tal menester cuando de cilindros se trata; y luego cogerá el torso y dirá que este torso es casi un ortoedro y podrá calcular su volumen utilizando las fórmulas habidas para tal menester cuando de ortoedros se trata; y luego cogerá pero, en fin, me callo porque aventuro que se ha cogido la idea. Se trata de la estrategia divide y vencerás tan cara a la programación.
Pero ahora cabe preguntarse: ¿por qué sabemos que el informático no está utilizando la figura geométrica real de la vaca? Pues porque en su proceder fragmenta artificiosamente lo que es un continuum indivisible para calcular el volumen del cuerno y al hacerlo no tendrá en cuenta el del torso o viceversa y eso implica, en definitiva, y volviendo al mundo real, que dado que no es posible la reducción epistemológica, la infidelidad forma parte de las representaciones científicas.
Mas entonces bien podríamos decir, de hecho bien se dice que lo que pasa es que hay un parecido entre la figura real y nuestras aproximaciones concurrentes. Falso, falso si asumimos la premisa intuicionista (las estructuras matemáticas son creaciones humanas) y la premisa venida de la analogía (no tenemos modo de articular el volumen de la vaca in totum) porque entonces es obvio que no existe la Ideal Figura Geométrica de la vaca aunque sí aproximaciones útiles en cuanto a que replican ciertos datos -peso o volumen, área o superficie- de forma ca-si precisa pero eso no legítima ninguna conclusión ontológica de igual modo que el replicar casi exacto del timming de un Reloj no nos legitima creer que dicha máquina tiene en su ser-en-sí ruedecillas. La aprehensión auténtica de algo, no lo olvidemos nunca, o es holista o no lo es.
Habrá quien, porque incapaz de no ser un platonista, considere esto un absurdo pues creerá que si no existiera una figura ideal de la vaca entonces a qué nos acercaríamos habida cuenta de que cualquier aproximación no nos es igual de útil. Pues para esta objeción hay primeramente un tirón de orejas por no comprender de una vez cómo funciona el lenguaje -nomás un instrumento coordinador de conductas acoplables al entorno- y segundamente, a modo de cura, un recurso al divino Mozart.
Con esto último quiero hacer pensar en cuando el genio salzburgués concibió en un alarde suprahumano la misteriosa obertura del Don Giovanni dejó su formulación musical anotada en una partitura. Sin embargo, es obvio que lo allí anotado no basta para la para la interpretación, para el traer a la mano, para la reconsecución de una obra así. Se necesitarán músicos intérpretes, músicos con oído que, músicos con talento musical que, aportando no sólo capacidad de distinguir la escritura de una partitura sino pudiendo sentir su intencionalidad musical, logren recrear lo concebido por el compositor. Como en su momento barrunté, esto se debe a que en lenguaje la comprensión del significado de un concepto implica el preconocimiento de unas reglas de uso (Wittigenstein dixit) y que en Arte son tácitas y sólo descubribles por, y sólo manejables desde, la sensibilidad requerida por la obra.
Si una partitura definiese una obra a modo de diccionario, cualquier torpe máquina -valga la redundancia- sería capaz de tocar cualquier sublime obra mozartiana -valga la redundancia-. Lo triste, triste por su relativa excepcionalidad, es que sólo una inarticulable capacidad perceptiva y sólo una articulable pero no verbalizable capacidad sensomotriz pueden traernos al oído y al corazón tamañas obras musicales.
No será la partitura, por tanto, una aproximación imprecisa pero mejorable del sonido real primigeniamente incoado por el austriaco y que, idealmente, bien pudiera ser transferido de forma íntegra a algún sistema semiótico cualesquiera. La partitura nunca será la obra. La partitura, por el contrario, será el medio que tuvo el genio para que, presuponiendo ciertas cualidades por todos los humanos compartidas y hablo desde el escuchar hasta el emocionar, se pudiera recrear la obra a posteriori de su concepción. La partitura, por tanto, fue el medio que tuvo Mozart para coordinarse con el resto de la humanidad del resto del mundo del resto de la historia para que así ésta pudiera eternamente rehacer lo que ocasionalmente aquel fue capaz de hacer nacer desde sus más profundas e inefables entrañas.
E inefable es la palabra clave, deliberada, a propósito escupida porque, por volver a los términos planteados en la alegoría de Segismundo con su ruidoso vecino, y para reincidir en la tesis, tan machaconamente repetida en este arenoso libro, sobre la inefabilidad de lo real: en cierto modo, nuestros modelos científicos se parecerían a un piano, capaz de replicar ciertos aspectos de una obra tocada por una orquesta, como la melodía o polifonía, la armonía o el ritmo y por tanto, con posibilidades de poder bailar con el piano tal que si fuera con la orquesta. Pero también serán incapaces de replicar otros aspectos como el quálico aspecto tímbrico de la obra o el instrumental: el propio piano tocando y replicando a, pero porque formaba parte de, la orquesta.
Todo esto, por cierto, no reincide en la inutilidad de la ciencia, incuestionable por otro lado; no, no lucha contra la posibilidad de que el científico toque su inexacta música sino que todo este cansino escribir surge para reivindicar por enésima vez que cuando un solitario pensador se avenga a desahogarse con sus solos instrumentales no venga ningún arrogante cientificista a hacerle valer un ilegítimo monopolio intelectual con sello de un ilusorio reinado platónico porque, en cuanto a tocar enteramente como dios manda -nunca mejor dicho-, no encontraremos humano con tal magnífico don.
24 comentarios:
¡Discrepo!
Que algo sea MUY (que no infinitamente) complejo (como el volumen de una vaca o el sentimiento de una obra interpretada por una persona en lugar de un reproductor MIDI o las faltad de Cristiano Ronaldo), y esto ya lo he dicho, no quiere decir que sea INEXPLICABLE. ¡Es usted un místico!
De todos modos, estoy de acuerdo con la tesis general.
¡Y los gatos azules de Avatar me avalan!
Esos bichos azules son formas complejas, tan complejas como una vaca, sin embargo, están hechos de polígonos, de polígonos colocados ahí por un diseñador, (y sus curvas son algoritmos vectoriales, ¡como los de las curvas de la vida real!), por lo que, dándole a un botón, pueden calcular su volúmen exacto.
Su geómetra no solo es inexacto: es un imbécil. Basaba con sumergir la vaca en una piscina, vamos, y dejar de hacerse problemas.
En cuanto al segundo argumento-ejemplo, lo planteo así: ¿usted prefiere la versión orquestada o para piano de Cuadros de una exposición?
Estoy en completo acuerdo con las conclusiones y tesis general. ¡Viva! Pero, por otra parte, no me compro eso de que todo occidente es una nota al pie de Platón...
Otro chiste de científicos: en un examen, se le pregunta a un estudiante cómo calcularía la altura de un edificio con un termómetro (a decir verdad, no recuedo si el chiste iba de termómetros, barómetros o sextantes, pero para el caso da igual). El estudiante responde que ataría el instrumento en cuestión a una cuerda, lo bajaría hasta el suelo y, a continuación, mediría la cuerda.
El profesor, desconcertado, decide que no puede reprobar al alumno, a pesar de que evidentemente no era la respuesta deseada. Le da una nueva oportunidad al alumno, quien esta vez responde que podría medir la altura del edificio dejando caer el insrumento y tomando el tiempo de la caída, o poniéndolo vertical en el suelo y en el techo del edificio, calculando después el ángulo de su sombra, en fin, que hay tantas maneras en las que podría hacerse...
Conclusiones, dos: la primera, el profesor era un platónico. La segunda: o bien el estudiante padecía una cierta forma de retraso mental, como una ceguera para los aspectos (no entendió lo que se le pedía, es una forma de incapacidad comunicacional), o bien era demasiado listo para dejarse tocar las pelotas por una pregunta estúpida y poseía un agudo sentido de la ironía.
La palabra de verificación es "preach".
Descartes dijo que él de toda la vida había sabido que era difícil imaginar algo que no se le hubiera ocurrido ya a los antiguos maestros de Grecia.
Platón era un fisicista. Aunque ahora valoremos las interpretaciones trascendentales dadas por los ilustrados e idealistas alemanes, para Platón, el mundo de las Ideas era el mundo real, un mundo físico, y el mundo sensible un reflejo inexacto y borroso, una sombra, no así para Aristóteles, que ya se sabe que cambiaba mucho de opinión, pero una de ellas era que la realidad misma se correspondía con el mundo sensible.
Todo occidente es una nota al pie de Aristóteles, diría yo.
(Y eso quiere decir que a Platón le faltaban cosas por decir, no así a Aristóteles)
Respecto a que Platón sea una nota al pie de página, algo que habéis protestado ambos, en mi caso simplemente quiera apuntar a que desde aquel se entiende el lenguaje como una representación de lo real.
Matzerath,
No acabo de enteder su discrepancia dado que está de acuerdo con la tésis general, ¿no?
¡Y claro que soy un místico! ¡Vaya descubrimiento! Pinche en la etiqueta teología y verá
Sierra,
Hombre, ya me han dicho lo de la vaca en el agua antes pero a ud., que le juzgo un lector inteligente, pensé que no tendría que explicarle que el divide y venceras es el modus operandi de la ciencia y que ahí estaba la gracia del chiste :-P
Aunque sospecho que ud. sí que estaba siendo irónico, lo dejo claro para lectores inexpertos
Y por cierto, el chiste del termómetro es una buena ilustración de cómo el operar científico, a la postre, es un coordinar de conductas y no una figuración única e insustituible del mundo
Termino:
¿usted prefiere la versión orquestada o para piano de Cuadros de una exposición?
No entiendo la pregunta pero de todas formas sí diré que sólo he oído la orquestada XDD
¡Eh, eh! Sabía que mi tercer comentario sería útil (y mi cuarto es por lo que pudiera decir Sierra, que si digo cosas que no vienen nada).
¡Platón NO ERA UN NOMINALISTA! ¡Cuidado! ¡Ése era Aristóteles!
Estoy de acuerdo con su tesis de que el lenguaje PODRÍA ser una representación de lo real. Lo que no estoy de acuerdo es con sus ejemplos, que, a mi parecer, no demuestran nada.
Tranqui, Matzerath, que no tengo ningún protesto a su simpática lección escolar de historia de la filosofía. ¿Para cuándo una cita seria, sin embargo? Estamos ansiosos.
Claro que era una ironía, Héctor, claro que sí. Me conoce... Pero tiene razón, en el mundo de hoy nunca se previene uno lo suficiente contra la ceguera para los aspectos.
La pregunta por Cuadros de una exposición era complicada. Apuntaba, creo, a contrargumentar la idea de que pueda reducirse una obra musical a una mera secuencia de tonos ordenada. Justamente, no creo que pueda expresarse la obra musical en otro lenguaje que no sea la obra musical, y prueba de ello es que uno pueda preferir una versión a otra de Cuadros de una exposición, siendo ambas idénticas desde el punto de vista melódico (el punto notable no es el hecho de que uno prefiera una a otra, sino que se pueda).
Por cierto, le recomiendo oír la versión original para piano. Es otra cosa, completamente distinta. El genio de Mussorgsky, ¡ah!, ¡el genio de Mussorgsky...! Prefiero infinitamente el impresionismo ruso al francés.
http://www.youtube.com/watch?v=LIA8hHXfbC8
Esa es una buena interpretación.
¡Dios, es que sabía que me lo iba a decir!
A eso venía mi cuarto comentario.
Hola.
La determinación del volumen de una vaca mediante el método de sumergirla en el agua, es un método indirecto para hacerlo. En realidad, se infiere el resultado, pero este no se cálcula.
Si en lugar de una vaca fuera otro objeto similar, un elefante o un dinosaurio, sumergirla en una piscina no sería tan fácil. El caso es que no existe ningún método de cálculo para halar el volumen de una vaca. Ni existe, ni se vislumbra que pueda haberlo.
Esto no quiere decir que no sea posible, es verdad, pero también es cierto que, ahora mismo, la ciencia no es capaz de hacerlo. Se podría decir que es igual de barbaridad o de dogmatismo, o misticismo al basarse únicamente en la fe, decir que SI TIENE solución, como decir que no la tiene.
Hay una anécdota, que no se si es real o es simplemente un ejemplo ilustrativo, que para el caso vale igual, en la que se intentó medir el perímetro de la costa de Inglaterra. Cuál fue la sorpresa al descubrir que ERA IMPOSIBLE, salvo que se estimase una medida mínima como por ejemplo, una piedra. ¿hasta donde se debía medir el contorno? En esto consiste un Fractal, aproximadamente.
En el caso de la vaca no es perímetro ni área de la superficie, sino el volumen que sabemos que es finito. Pero si para calcular el volumen de forma directa mediante una expresión fuera necesario conocer la superficie de la vaca, seguramente nos encontraríamos con el problema descrito en el artículo: habría que ir realizando aproximaciones que nunca acabarían.
En este sentido es todavía más místico pensar que si tiene solución, no habiendo ningún dato que no lo haga pensar, más que el dogmatismo científico.
Saludos
Lo que dice Lino no es cuestión de si algo se puede medir o no, sino de qué es medir.
¡Eso sí que es ser un platónico!
Matzerath,
Poco puedo hacer si no te convencen los ejemplos pero que conste que yo no creo que el lenguaje represente la realidad
Lino,
Exacto. Eso es lo que quería decir, es más, el ejemplo del mapa que se encuentra que incluso idealmente se calibrara de forma perfecta no sería fiel ya lo anoté en un post (siento la autopublicidad pero creo que viene al caso)
Saludos
Yo tampoco creo que el lenguaje represente la realidad, pero, de todos modos, me parece, de cierta manera, un sistema cerrado, por eso "el medir" depende de lo que definamos por "medir".
El ejemplo del círculo en el Menón (sí, Sierra, no sé cómo se llamará en Chile, aquí esto se da en segundo de Bachillerato, con diecisiete años) es mucho más exacto, independiente de la concepción (¡no nominalista!) de la filosofía platónica, y viene a decir lo mismo.
No sé cuál es el círculo de Menón, ¿podrías citarlo?
Por otro lado, ¿qué quieres decir? porque no te sigo, ¿qué el ejemplo de la partitura es malo como filosofía antiplatónica y que el propio Platón tenía uno mejor?
¡Pues creo que me he confundido con lo del Menón! Me he confundido con lo del esclavo (ya me vale).
De todos modos, no dispongo de la fuente donde lo leí que remite a su vez al diálogo en el que se hace el ejemplo del círculo sobre la arena.
De todas formas, para que vea que no me lo invento, aquí se lo menciona:
http://en.wikipedia.org/wiki/Seventh_Letter_(Plato)
http://www.monografias.com/trabajos5/platon2/platon2.shtml
Me refería más bien al ejemplo de la vaca, ¡y no he dicho nada de lo de más!, ahora sí que no le sigo yo a usted.
Jajaja... Por dios...
Matzerath,
La gracia del ejemplo de la vaca es que represente el modus operandi científico así que permíteme un poco de inmodestia y que, para la finalidad buscada, prefiera mi ejemplo al de Platón
Buceando por la red he encontrado esto
(¡Qué alivio, ya no tengo que escribirlo yo!)
La verdad es que no sabía muy bien que tenía que ver el platonismo en todo esto, más que para ser utilizado como una supuesta descalificación, cosa que había preferido obviar ya que no la entiendo.
Pero tras la ultima intervención creo que es necesario comentar que en lugar de criticar el platonismo nos deberíamos centrar más en lo que estamos hablando. En concreto, yo no he mencionado ni de pasada nada que se pueda relacionar con el platonismo, no he hablado de objetos ideales ni nada por el estilo, sino de la existencia de objetos, de formas de estructuras y de conceptos, que no es posible conceptualizarlos mediante el conocimiento científico más que únicamente como aproximaciones, a pesar de tener una existencia muy real y concreta.
Ruego que si alguien tiene alguna objeción que intente argumentarla, ya que dispongo de muy poco tiempo para leerme tochos en inglés.
Lino,
Me sorprende que no veas la relevancia de la referencia a Platón. A modo de ilustración, en el prólogo de uno de los diálogos, Fedón, del griego, una tal Mª Juana comenta:
Platón al considerar [por primera vez] el lenguaje "como el último y más profundo problema del pensamiento filosófico", pone la primera piedra en el edificio de la futura y, a la vez, actual filosofía del lenguaj [absurdo].
Su confianza en el "onoma" nombre es inmensa; de ahí su idea: "El nombre es un instrumento que nos muestra y nos analiza la realidad".
Bien, esa recien mentada idea, originalmente concebida por Platón, me parece abominable y ubicua y, tristemente, actual y contra ella lucha todo el post.
Jesús,
Plantar como argumento en un post un link a un paper en inglés de treinta y pico páginas no se diferencia a plantar un pino pero es que además no me parece que lleve razón y esa suerte de tercera vía me recuerda muy mucho al socialismo camuflado que es la tercera vía en política. Parece que no gusta tener ciertas afinidades, ¿no? pues las hay en la medida en que se crea que "El nombre [o lenguaje] es un instrumento que nos muestra y nos analiza la realidad" se está en la senda platónica y dicha senda corre paralela a la realidad.
De todas formas, Jesús, aún no he leído el paper, apenas una lectura en diagonal; pero cuando lo lea te comento con más seriedad. Ahora bien, ¡por dios!, la próxima vez haz siquiera un abstract -se dice así, ¿no?- en español de toa la vida , mejor, resúmelo en tu blog en un post.
Bueno, aunque es necesario que admita que no conozco la obra de Platón con tanta profundidad como seguramente la mayoría de participantes, mi conocimiento no pretende beber de esa fuente documental, sino de la particular aplicación del razonamiento personal, fundamentalmente.
No obstante, me refería a eso mismo que comentas: que ni en el artículo ni en mi intervención con la que estabas de acuerdo, se defiende el Platonismo, por lo que no entiendo como, a mi al menos, se haya identificado con el.
Luego, en el paper de Jesús, he visto que se hacía mención a los platonistas, de ahí mi anterior intervención.
Saludos
Lino,
Es que tal vez no se entienda la intervención de Jesús si no se ha visto cómo ha intervenido en otras anotaciones. De hecho, el paper que linka sería más apropiado para introducir en un post como el del intuicionismo. Sea como sea a mi Jesús -y todo aquel que esté en desacuerdo con lo dicho, por ejemplo, en este post- me parece que es un platonista y -si mal no le entiendo- él se rebela contra eso.
Jesús,
Ya leí el paper y aunque no me parece que el trivialismo -¿así en spanish?- aporte una diferencia significativa al nominalismo si se quiere llegar al núcleo de la metamatemática, sí creo que existen ideas que bien podrías, de veras y no de boquilla, suscribir. Cito (negritas mías):
pág. 11:
On one reading of the question, one wants to know which of the
objects that are carved out by the world's metaphysical structure need to exist in
order for the sentence's truth-conditions to be satis ed. If this is how you think about
the matter, you should say that the truth-conditions of `the number of the planets is
eight' can be stated in `more fundamental' and `less fundamental' terms. The more
fundamental statement|the one that tells us which of the objects carved out by the
world's metaphysical structure must exist in order for the sentence to be true|is
the one delivered by the proposed semantics: that there be eight planets. A less
fundamental statement|one that makes no e ort to limn metaphysical structure|
is that the number of the planets be eight. (I am not myself able to understand
what people mean by `metaphysical structure' or `metaphysically fundamental', but
Cameron (forthcoming) and Williams (typescript) have developed the proposal in this
direction.)
On a diferent reading of the question|the reading that I prefer|one is
unconcerned with metaphysical structure.
In asking about a sentence's ontological
commitments all one wants is an informative statement of how the world must be
in order for the sentence's truth-conditions to be satis ed. On this second reading,
the proposed semantics can be used to argue that even though one can accurately
specify the truth-conditions of `the number of the planets is eight' by saying `that
the number of the planets be eight', it would be just as accurate to say `that there
be eight planets'. Neither of these statements counts as `more fundamental' than
the other: for the number of the planets to be eight just is for there to be eight
planets. And it is in this sense that `there are eight planets' can be said to carry no
problematic commitments.
Moral: the claim that only committalists are in a position to take the logical structure of
mathematical sentences at face value is based on a questionable conception of language.
When the problematic assumptions are dropped, there is no obstacle to taking logical
structure at face value while being a non-committalist|or, indeed, a trivialist.
Otra perla, pág.28:
Could one be an objectivist about logic, and claim that there is an objective fact of the
matter about which logical system is correct? Perhaps the thought is that the world has one
true `logical structure', and that a logical system is correct to the extent that it does justice
to the logical structure of the world. (How do we know which logical system is objectively
correct? Maybe we get evidence of correctness when a logical system delivers a useful
framework for settling questions of intelligibility.)
Nothing I have said is in tension with
making such additional claims.
But, as far as I can tell, there they would be unmotivated
without a prior commitment to the objectivist standpoint.
A mi me parece, no obstante, que el trivialismo sigue tirando de la falz distinción sintético-analítica así que me sigue pareciendo criadero de platonistas.
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