El último ser humano vivo lanzó la última paletada de tierra sobre el último muerto. En ese instante mismo supo que era inmortal, porque la muerte sólo existe en la mirada del otro
Después de la guerra de Alejandro Jodorowsky
Después de la guerra de Alejandro Jodorowsky
Hay una sentencia del segundo Wittgenstein que bien podría resumir su postura (Investigaciones filosóficas, parágrafo 281):
Me explicaré mejor si para ello recurro a la coloterapia.
Yo puedo saber que los demás ven rojo y verde si utilizamos sin ir más lejos un semáforo y comprobamos cómo la gente distingue entre ambos colores. De forma que el concepto rojo y el concepto verde es usable por parte de una comunidad de hablantes porque existen hechos intersubjetivos sobre los que cimentar su uso constructivo. Por el contrario, el hecho de que yo vea rojo donde otros verde y verde donde otros rojo no puedo distinguirlo porque rojo, a la postre, no es mi subjetiva percepción de la rojez sino la serie de hechos -no necesariamente acotados de forma apodíctica- sobre los que aceptamos que hay rojo.
Ahora bien, pudiera suceder que alguien me diga que ve verde donde rojo y verde también donde verde pero que me estuviera mintiendo mas entonces con esto no se demuestra sino que cuando se viene a decir "No hay rojo sin conducta" no se pretende decir que las conductas prueben que alguien ve rojo o nada. Lo que se viene a decir es que las conductas posibilitan el que una palabra como rojo signifique algo y lo hará a despecho de que se use mal o fraudulentamente dicha palabra.
Análogamente, una conducta, cualquier conducta, no demuestra de forma apodíctica la existencia de un dolor en alguien (pensemos en los actores que se duelen de algo en escena) pero sólo el hecho de que haya conductas asociables a la palabra dolor posibilita que cuando alguien me diga "me ha dolido" le entienda.
Al fin y al cabo, hay dolores para gente, por ejemplo para mi, dolores como la ablación, que me es imposible sentir, por tanto, verificar de forma indubitable que existen pero como la palabra dolor sí, porque tiene un significado aprehensible por todos, porque hay actos asociables al mismo que le conceden sus condiciones de existencia, nos es posible imaginar y no diré verificar pero sí creer que cuando una mujer nos dice que le duele que le mutilen su sexo, cuando menos la entendamos lo que quiere decir y cuando más la creamos, es decir, cuanto más humanos.
Esto nos deja la idea de que para recolectar el significado de una palabra debo previamente haber podido cultivarla en hechos visibles y además, tal vez cabría afirmar con Wittgenstein que dicho cultivo necesita de una comunidad de hablantes que es la que lo hace posible. Hablaríamos de entonces la imposibilidad de construir un lenguaje privado.
Por ilustrarlo de otro modo: a la pregunta de que si en el país de los ciegos, ¿el tuerto lograría articular la palabra rojo? el célebre filósofo responderá que no dado que
No obstante, concedo que no tengo una respuesta clara a esto ya que, por volver al ejemplo del tuerto, sí, los ciegos aunque pueden hablar no lo pueden hacer sobre el acto de ver por lo que todo lo referido a esa percepción es, desde un punto de vista lingüístico, efectivamente, terreno virgen pero aún así ¿por qué no podría cultivarlo un sólo hombre?
Ciertamente el lenguaje es una creación comunitaria y el Nomoteta, como figura solitaria, un mito pero, como ya planteé en cierta ocasión y recién oímos, ¿acaso todas las palabras que usamos no son, en última instancia, una ilusoria creencia parcialmente efectiva, ocasionalmente paliativa, de una comunicación, de una compañía, que a la postre se revela irrealizable en el sentido pleno, auténtico, que soñamos podríamos darle?
No hay dolor sin conducta de dolorA mi parecer, aquí no se trata de postular que la conducta es la que verifica la existencia de un dolor sino que sólo gracias a la conducta se da razón de ser al concepto dolor.
Me explicaré mejor si para ello recurro a la coloterapia.
Yo puedo saber que los demás ven rojo y verde si utilizamos sin ir más lejos un semáforo y comprobamos cómo la gente distingue entre ambos colores. De forma que el concepto rojo y el concepto verde es usable por parte de una comunidad de hablantes porque existen hechos intersubjetivos sobre los que cimentar su uso constructivo. Por el contrario, el hecho de que yo vea rojo donde otros verde y verde donde otros rojo no puedo distinguirlo porque rojo, a la postre, no es mi subjetiva percepción de la rojez sino la serie de hechos -no necesariamente acotados de forma apodíctica- sobre los que aceptamos que hay rojo.
Ahora bien, pudiera suceder que alguien me diga que ve verde donde rojo y verde también donde verde pero que me estuviera mintiendo mas entonces con esto no se demuestra sino que cuando se viene a decir "No hay rojo sin conducta" no se pretende decir que las conductas prueben que alguien ve rojo o nada. Lo que se viene a decir es que las conductas posibilitan el que una palabra como rojo signifique algo y lo hará a despecho de que se use mal o fraudulentamente dicha palabra.
Análogamente, una conducta, cualquier conducta, no demuestra de forma apodíctica la existencia de un dolor en alguien (pensemos en los actores que se duelen de algo en escena) pero sólo el hecho de que haya conductas asociables a la palabra dolor posibilita que cuando alguien me diga "me ha dolido" le entienda.
Al fin y al cabo, hay dolores para gente, por ejemplo para mi, dolores como la ablación, que me es imposible sentir, por tanto, verificar de forma indubitable que existen pero como la palabra dolor sí, porque tiene un significado aprehensible por todos, porque hay actos asociables al mismo que le conceden sus condiciones de existencia, nos es posible imaginar y no diré verificar pero sí creer que cuando una mujer nos dice que le duele que le mutilen su sexo, cuando menos la entendamos lo que quiere decir y cuando más la creamos, es decir, cuanto más humanos.
Esto nos deja la idea de que para recolectar el significado de una palabra debo previamente haber podido cultivarla en hechos visibles y además, tal vez cabría afirmar con Wittgenstein que dicho cultivo necesita de una comunidad de hablantes que es la que lo hace posible. Hablaríamos de entonces la imposibilidad de construir un lenguaje privado.
Por ilustrarlo de otro modo: a la pregunta de que si en el país de los ciegos, ¿el tuerto lograría articular la palabra rojo? el célebre filósofo responderá que no dado que
si me pierdo en una isla desierta, y establezco un juego para entretenerme, al día siguiente no puedo estar seguro de si cumplo las mismas reglas que el día anterior, pues bien podría fallarme la memoria o haber enloquecido.Y la verdad, esa objeción valdría para negar categoría ontológica a cualquiera de nuestras actividades. Como apunté en cierta ocasión, no existe ninguna percepción que en sí misma esté cosida la etiqueta de real; necesitamos un historial de vivencias y una evaluación de verosimilitud en términos de averigüar qué creencias son más acoplables a nuestras percepciones.
Lo mismo ocurre con los juegos de lenguaje: pertenecen a una colectividad y nunca a un individuo sólo.
No obstante, concedo que no tengo una respuesta clara a esto ya que, por volver al ejemplo del tuerto, sí, los ciegos aunque pueden hablar no lo pueden hacer sobre el acto de ver por lo que todo lo referido a esa percepción es, desde un punto de vista lingüístico, efectivamente, terreno virgen pero aún así ¿por qué no podría cultivarlo un sólo hombre?
Ciertamente el lenguaje es una creación comunitaria y el Nomoteta, como figura solitaria, un mito pero, como ya planteé en cierta ocasión y recién oímos, ¿acaso todas las palabras que usamos no son, en última instancia, una ilusoria creencia parcialmente efectiva, ocasionalmente paliativa, de una comunicación, de una compañía, que a la postre se revela irrealizable en el sentido pleno, auténtico, que soñamos podríamos darle?
8 comentarios:
Huy, una peligrosa cita que hacerle a Wittgenstein, muy fácil de tomar mal fuera de contexto. Sin embargo, brillante comentario:
"Lo que se viene a decir es que las conductas posibilitan el que una palabra como rojo signifique algo y lo hará a despecho de que se use mal o fraudulentamente dicha palabra."
De todos modos, es precisamente lo que trataba de apuntar en la entrada anterior, sí. ¡Cuántas conclusiones pueden sacarse de ello!
El último párrafo es harina de otro costal. Creo que la relación del hombre con las palabras que ahí se plantea es espejo de la relación del hombre con Dios, un camino sembrado de los mismos peligros. Pero aunque con Dios nunca pude entenderme, con las palabras llegué rápidamente a la hermandad: creo que la gente se decepciona de ellas porque espera que hagan algo para lo que nunca fueron pensadas. En cierto sentido (y de nuevo me aflora la lectura de Frazer) es aquel instinto primitivo de la magia: esperar a que la palabra produzca su efecto; esperar a que 'amor' produzca amor, y así, que haya un significado que sea más profundo que el uso.
De esto quería yo que fuera Sordera de Odiseo, especialmente la parte de Laertes, no sé si habrá pensado en ello ahora. Ese cuento tiene gran importancia personal, por esto.
Ah, a Jodorowsky nunca lo he leído, ni he visto sus películas. Algo en él me repele de lejos.
Una vez algún cretino comentó en mi blog, desde México: "No todos los chilenos pueden llamarse Jodorowsky, parece". Me partí de risa... «¡Una suerte!», dije.
Sabemos que los niños salvajes, abandonados en su infancia y habiendo sobrevivido en el bosque solos varios años, no solo no desarrollaron un lenguaje, sino que lo que pudieron llegar a aprender después era muy limitado.
Realmente parece que hace falta una comunidad para desarrollar un lenguaje.
Pero no hace falta un lenguaje para discernir entre colores (como nos muestran las abejas) ni hace falta una comunidad para que una persona ya poseedora de un lenguaje pueda privadamente desarrollar nuevos conceptos y nuevas palabras.
Sierra,
Estoy totalmente en sintonía con su relación con las palabras y de hecho a eso quería apuntar al final. A veces oigo quejas, que ya lugares comunes, sobre la imprecisión del lenguaje y me irrita porque surgen no de una sobrevaloración del lenguaje sino de una equivocación de lo que es. Recientemente re-leí Hamlet (esa obra, a mi edad, hay que re-leerla, no leerla) y pensé que bien pudiera iluminarse la obra a la luz de la perspectiva constructivista. Pero en fin, eso lo dejo como apunte de borrador de borrador.
Ferreira,
No hace falta irse a las abejas, nos bastan los humanos para saber que la percepción cromática es independiente de lo verbalizable. O dicho de otro modo, el conjunto de datos percibidos es un superconjunto del conjunto de datos enumerables. Nada nuevo para un nominalista.
Lo intersante, sin embargo, sería averigüar por qué los Mowgli no son capaces de lenguajear, por qué necesitan interactuar con una comunidad de hablantes para poder usar el lenguaje: ¿por qué no es posible ser capaz de jugar sin una comunidad que te enseñe o no es posible tener un juego sin una comunidad que te lo comparta?
No creo, vuelvo a incidir, que se pueda ser apodíctica en este punto pues no tenemos medios en el horizonte con los que evaluar la disyuntiva de forma seria
"Pero no es que esa gente en las tabernas no tenga cómo sacarse la pena de adentro, eso es lo que aprendí. Si no es tan difícil… con unos tragos encima las palabras vienen… todo el mundo las conoce, lo que pasa es que dotarlas de sentido se complica, porque no hay chulo que no le haya dicho a cada puta del puerto que la amaba".
"No son medios los que faltan. [...] No, no, hijo mío, si quisieras realmente decir algo, hale, lo dices y ya, si no hay tantas vueltas que puedas dar. A no ser que seas un marica remilgado y pusilánime. ¿Me entiendes? Bah, si son excusas que se da la gente cuando la mala fe les rebalsa por las narices. Quieren pintarse sus mezquinas preocupaciones como grandes dramas de la humanidad, como verdaderos acontecimientos trascendentes… problemas de mal melodrama quieren dejarlos como de una nobilísima tragedia. Cuando se dan cuenta de que decir sus cochinadas en voz alta es reconocer irremediablemente lo pequeñas, insignificantes que son, prefieren el silencio deshonesto y grandilocuente… patalean, se quejan, de que no pueden decir lo que quieren decir; habrase visto semejante contradicción de las pelotas. Y, entre tanto, no paran de hablar como caturras que son, te cuentan sus más insignificantes problemas, porque cuando la uña que se ha encarnado es la tuya, ¡pero claro!, es un tema capital, importantísimo, a todo el mundo debería interesarle. Y no los culpo, ¿sabes?, porque yo soy igual, también me preocupan solo mis intrascendentes asuntos, si no soy mejor ni que el porquerizo: hoy cualquiera se compara con un dios de tercera. Los mismos gusanos nos comen el coco a todos, es un tópico".
Citarme a mí mismo es lo más divertido que he hecho en mucho tiempo... No me extraña que algunos sofistos de tercera no puedan parar de hacerlo.
¡Deberíamos instaurar una liga por la defensa de las palabras!
Estuvieron bien los textos, muy dinámicos -el único modo de hacer monólogos- y el tono lo veo celineano.
Lo de la liga me lo pensaré, pero no sé si nos estamos entendiendo :-DDD
Lo que sí haría, pero puede que no me comprenda, es una liga de defensa del español. Triste es que aquí se esté viendo invadido por jergas folklóricas sin apenas tradición cultural por un prurito de distinción.
Pero, ¿no los reconoce?
Entre nosotros, fíjese en el cretinito de Matzerath, que en la entrada anterior arma un escándalo para citar a Wittgenstein y ahora, que la entrada va de Wittgenstein no da señales de vida. Es que me las revienta esa ladilla miserable...
Skinner en su obra Sobre el conductismo hace una referencia al mismo hecho de el influjo de la comunidad y las conveciones verbales en la descripción de nuestros sentimientos.
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