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Las Cortaduras de lo Real

Como decía. Todo lo que es ineludiblemente pensable, es necesariamente real.   O también: Lo cognoscible es el es del es del Ser. Lo cual, en realidad, no es más que afirmar el Principio Parmenídeano. Vamos a desarrollarlo. Quine decía que sólo había que aceptar las entidades que demanda ciencia. Estoy de acuerdo. Dirás que es un empiece arbitrario. Yo replicaré que dará igual: todos los caminos llevan a Roma --bajo exigencia, eso sí, de no interrumpirlos desencaminando la andanza bajo la pusilaminidad de otear un pseudoproblema según se nos da paso a nuestro paso--. Vayamos pues:  Willard Van Orman Quine, en su famoso artículo "On What There Is" (1948), defendió un criterio ontológico basado en el compromiso con las entidades que nuestras mejores teorías científicas presuponen como existentes. Este enfoque se conoce como "compromiso ontológico" y se resume en su célebre frase: "To be is to be the value of a bound variable" ("Ser es ser el valor de un...

Correlacionismo antrópico

  ¿Y qué hay del correlacionismo antrópico? Quentin Meillassoux me parece forjó adecuados argumentos y se le puede seguir sus andanzas hasta que, más por convicción que por razón, de manera convicta toma la huida de la metafísica "dogmática" y se puso a imaginar un cuento de horror cósmico. Vamos a hacer nosotros la filosofía. Todos los Caminos llevan a Roma: escojamos el nuestro para no acabar en el reino de Azathoth. El pensar de Kant, y correlacionistas suceroes, es que nuestro conocimiento está amonedado en un cara-cruz de yo-mundo indivisible. Esta aleación indivisible además es congruente con el carácter teleonómico y contingente de la evolución natural, por extensión nuestra neurobiología. Tal vez el mito filosófico que mejor lo haya a-símil-izado ha sido ideado por Maturana y Varela en <<El Árbol del Conocimiento>>: Imagina un submarino equipado con sensores (sonar, cámaras, etc.) que le permiten interactuar con el entorno, pero nunca puede salir a la supe...

Metafísica digital

  Bien. Podrás tácticamente concederme: no acabas sino de afirmar que el Orden es imperecederamente real pero con ello no termino de exiliar todo des-orden fluctuante, al cabo, tal vez lo Real tiene en la Seronita una permanencia indeleble como cuando en la linde de un lago escarbamos la frontera y sin manera de orillar a un lado barro, al otro agua. En suma, el azar puede que sea inexcusable en su monumentalidad si bien no de manera ubicua, pervasiva, eso ya me lo concedes. Tenemos aquí el "Thateron" de Platón en <<El Sofista>> que ha resucitado en tiempos modernos encontrando encarnaciones seronitas siendo tal vez la más paradigmática la de Derrida: aquí en <<El Sofista>> se intenta y fracasa en domesticar la Diferencia: el Thateron no es un concepto, sino el síntoma de que el juego de las diferencias es inagotable, escribirá el francés. Platón, al intentar fijar los géneros supremos, depende de una diferencia irreductible que excede su sistema. ...